Por Manuel Ruiz

 

 

Los dos, Torossi y Pérez, le dicen a El Periódico que la cantidad de asistentes los sorprendió. Que esperaban tener buena aceptación pero no tanta. Literalmente esta reunida toda la patria deportiva de la ciudad y en parte esa aceptación es porque el deporte en esta ciudad esta lejos de ser objeto de estudio, de análisis profundo, incluso de estadísticas. Ni hablar del largo plazo, quizá si del impacto breve y de la ganancia a fin de mes, y esos que ahora se preparan a comenzar la clase están deseosos de eso: de seguir aprendiendo, pero sobre todo de pensar al deporte, al ser humano haciendo deporte y acá están contenidos.

 

Torossi y Pérez comienzan el último módulo y en la pantalla un personaje de Peter Capussotto y sus videos, se queja y se queja irracionalmente, hasta el ridículo. Entonces, los profesores explican como convertir a través de los mecanismos de la inteligencia emocional, el eje del curso de coaching, esa queja habitual en el ser humano por lo que no se tiene, lo que se quiere ser, en el aprovechamiento del momento y en motivación personal para generar cambios inmediatos. Torossi va a decir, después de cada filmina, de cada concepto “hay que llevarlo a la acción, no sirve sino lo aplicamos”. Clave: el concepto muere sino hay aplicación, y todos los que están acá tienen un grupo de personas, de entrenados, donde aplicarlo.

 

“Lo que nosotros querríamos dejar claro, y los que nos parece clave, es que en nuestro rol de entrenadores, profesores, dirigentes, estamos a cargo de deportistas si, pero obre todos seres humanos. Nosotros no podemos dejar de entender eso. Quizás los chicos dejan practicar a los 16 años, pero no dejan de ser personas”, dice Pérez. Y eso resulta vital, cuando en el aula se debate, porque son los chicos, los infantiles, los juveniles el eje de todo. Inconscientemente la pregunta que ronda es ¿cómo hacemos con los chicos?, y las respuestas surgen y se transforman en herramientas, porque se sabe, son los profesores primera y finalmente la cara de los clubes. A los pibes los forman personas no sólo instituciones.

 

Fueron cuatro jueves y quizás lo que haya resaltar de este curso al que han asistido desde Juan Manuel Aróstegui hasta profesores de deporte universitario, es que hay una preocupación y una necesidad de herramientas para hacerle frente a la formación de chicos que tienen otros estímulos, otras diversiones, a demás de correr detrás de la pelota que sea. Y que esa preocupación, tuvo en este curso, posibles respuestas y formas de atacarla. Es un signo de vitalidad del deporte nuestro que las personas que lo hacen, lo sostienen, quieran mejorarlo, quieran hacerse cargo.