En los últimos años el fútbol de Centroamérica se convirtió en una importante vidriera de futbolistas argentinos que emigran en busca de mejores oportunidades económicas y deportivas que el fútbol argentino -principalmente de asenso- no ofrece.

Jonathan Corzo, delantero oriundo de Quebracho Herrado, contó su experiencia en el fútbol de Primera de República Dominicana y de Honduras, donde tuvo que adaptarse rápidamente a una competencia distinta y una cultura muy diferente a la nuestra. Jugó en el Atlético Vega Real, ciudad que se ubica en el centro de la isla Dominicana y en Real Sociedad de la ciudad de Tocoa, Honduras.

Ahora, instalado en su pueblo tras el receso, espera el llamado para volver a competir en el fútbol hondureño donde ya comenzó a hacerse un nombre. "Uno se crió en el fútbol de ascenso, es mi pasión, pero también uno quiere llegar a lo más alto. En este momento de mi carrera y teniendo en cuenta lo económico, esta vez decidí irme un poco más lejos. Siempre digo que nosotros vivimos del fútbol y cada oportunidad hay que tenerla en cuenta. Decidí por lo económico y lo personal, y estuvo bueno", contó el jugador.

"Yo venía de jugar en Almirante Brown, quería tener una experiencia afuera y me llamó el técnico Nahuel Bernabei de Zenón Pereyra, que hace mucho tiempo esta en República Dominicana. Me contactó, llegamos a un acuerdo y no lo dudé.  Allá no pudimos culminar el torneo por la llegada de la pandemia en 2020, pero tuve la suerte de que me llamen de Honduras", comentó.

Y agregó: "Me gustó mucho la cultura, la forma de vivir en general y de vivir el futbol, nosotros somos muy apasionados. Acá perdés y no salís de casa; allá perdés y vas a la playa. Son formas de vivir el futbol".

El delantero contó que la mejor experiencia la recogió del fútbol hondureño al cual calificó como "la mejor liga de centroamérica" por la vidriera que tiene, la competencia y el roce cercano con el fútbol mexicano (y también estadounidense). "Honduras es totalmente otra cosa, es un país que jugó mundiales y es totalmente diferente a Dominicana donde el fútbol hace solo unos 5 años que es profesional. En Honduras hay muchos jugadores de selección en la Liga Nacional y yo fui a un equipo que estaba muy comprometido con el descenso -Real Sociedad de Tocoa-, era casi imposible salvarlo pero lo logramos en la última fecha", explicó el jugador.

"En Honduras hay dos equipos enormes como Olimpia, que es el equipo donde está Pedro Troglio, y Motagua. Pero la Liga es como una B Nacional de acá", indicó Corzo.

"Había un cupo que le permitió al club llevar a un extranjero más y me llevaron a mí, en 10 fechas lo pudimos salvar. En lo personal y en lo colectivo estuvo muy bueno. Terminó el torneo y frenaron tres meses por la pandemia, las eliminatorias y otros compromisos; pasa que en el plantel hay compañeros cubanos, panameños que tienen que volver a su país. Más allá de la pandemia, allá ya se jugaba con publico, un 30%. Decidí volver y estoy esperando la posibilidad de regresar, la idea es volver a Centroamérica", comentó.

Corzo llevó sus goles a Centroamérica: "Tuve que adaptarme a otro fútbol y a otra cultura, pero estuvo bueno""

Una buena vidriera

Corzó contó que en Dominicana hay un fútbol muy físico, de mucho roce, choque y fricción; sin embargo en Honduras el nivel es otro. "En Honduras hay muy buenos equipos que tienen mucho del fútbol de México porque la mayoría de los entrenadores vienen a de allá, a mi me gustó mucho jugar en esos estadios, el de Motagua y en San Pedro Sula", señaló.

"Hay muchos argentinos, por ejemplo, en Motagua está Gonzalo Klusener y me crucé con varios compañeros que tuve en el Federal A y otros jugadores que estuvieron en Primera acá. Van cada vez más por lo económico y porque es una liga fuerte que está cerca de México, las copas a las que clasificás jugás con esos equipos y con los equipos de la MLS, hay un gran nivel", explicó el delantero.

Sin embargo también tuvo que adaptarse para ganarse un lugar en el equipo y un nombre en la Liga Nacional. "Tuve que adaptarme a jugar en otras posiciones de la cancha porque cuando llegué el club ya tenía un delantero titular de mucha experiencia que había jugado en la Selección, el delantero que tenía Real Sociedad es Ronny Martínez y para mí fue todo muy rápido porque llegué un miércoles con todas las horas de vuelo que tuve y el sábado ya jugué. Me tenía que adaptar sí o sí y lo hice bien sabiendo el fútbol que estaba jugado", contó.

Corzo jugó en el baby fútbol sanfrancisqueño, en Don Orione (hoy Deportivo Oeste); también jugó en Unión Deportiva Laspiur, Sportivo Belgrano -donde integró el plantel de Primera en 2015-, 9 de Julio de Rafaela, Sportivo Patria, Vélez de San Ramón y en Almirante Brown.

Pandemia en República Dominicana

Corzo contó que cuando llegó la pandemia estaba en Dominicana y tuvo que esperar un largo tiempo para volver a la Argentina. "Habíamos comenzado a jugar y vino la pandemia, me dio mucha bronca porque esperaba esta posibilidad y pasó esto. Lo tomé con calma, pude regresar después de 9 meses, y jugamos solo 3 meses, volvimos a entrenar pero nunca se pudo reanudar el torneo", explicó.

"El deporte principal allá no es el fútbol, es el beisbol, entonces costaba un poco ver ese ambiente. Hace solo 5 años que es profesional el fútbol allá y se está potenciando. Las canchas son como las de una liga acá, es otro el contexto", señaló el delantero.

Corzo llevó sus goles a Centroamérica: "Tuve que adaptarme a otro fútbol y a otra cultura, pero estuvo bueno""

La vida en Centroamérica, sin asado y un mate vale oro

Más allá de la experiencia deportiva, que fue muy positiva para el jugador Quebracho, también quedó maravillado con la idea de convivir con otra cultura y otras costumbres. "Uno dice que jugó en República Dominicana y muchos piensan que me fui al caribe, pero no. Vivía en La Vega, una ciudad que está en el centro de la isla donde la cultura y las comidas son muy distintas. Ahí extrañé mucho lo nuestro, pero me adapté, también al lenguaje porque usan palabras muy distintas a las nuestras, ahí compartí equipo con chicos de Colombia, Panamá, Cuba y aprendí mucho de sus culturas y formas de juego en lo deportivo, pero lo principal es que se armaron muy lindos grupos", señaló Corzo.

"Lo que mas extrañamos, junto a mis compañeros argentinos, fue la unión que tenemos nosotros. El juntarse a comer un asado, a compartir una comida; no podíamos entender como puede ser que no se junten a comer, pero es la costumbre de ellos: llegás, entrenás y te vas, fuera del club no tenés contacto con ningún compañero, cosa que acá no pasa", indicó.

Pero también las comidas son diferentes, no hay asado y conseguir yerba para el mate puede ser toda una odisea. "En el día a día es difícil la comida, no hay nada de lo que hay acá y todo picante. Mate se consigue, pero la yerba está carísima, de hecho cuando fuimos a la capital de Honduras aprovechamos, ahí se consigue más porque hay compañeros argentinos y saben donde comprarla. Pero me di un gusto, quería probar la sopa de caracol, un plato típico. El resto de las comidas son muy monótonas, arroz, plátanos fritos y no hay mucho más; en la última etapa antes de venirme viajamos mucho y la verdad es que yo no comí muy bien", contó el jugador.

Al regreso de ambos países, Corzo contó que se pudo dar dos verdaderos gustazos después de mucho tiempo: "Cuando volví de Dominicana lo primero que hice fue comprarme un lomito en Buenos Aires, los vi y tenía unas ganas bárbaras. Cuando llegué de Honduras me comí un asadazo bárbaro", contó entre risas.

"Ahí vienen los bol*dos"

Con respecto a nuestro país, Corzo contó que tanto en Dominicana como en Honduras no saben demasiado de nosotros, al menos en su experiencia, y solo nos conocen por Maradona y Messi. "En Honduras ven algo de la Copa Libertadores, pero pasa desapercibido, siguen todos al fútbol mexicano y a la MLS. Me llamó la atención que cuando salís y decís que sos argentino solo saben de Maradona y Messi; hablando con compañeros que vivían en las islas del caribe donde tienen otros dialectos, me decían que también solo Maradona y Messi", comentó.

"En una concentración, los juveniles me preguntaban si vivía cerca de la casa de Messi o si lo conocía", contó entre risas. Además, le hacían cargadas a él y a los argentinos por su forma de hablar: "Ahí vienen los boludos, nos decían. Nos reíamos mucho porque nosotros quizás no nos damos cuenta que repetimos eso a cada rato y para ellos es raro".