Ramón "Moncho" Cortez (31) estaba de espaldas a la fría puerta de chapa de ingreso a su departamento en barrio Roca, la que tenía el postigo abierto. Pintaba sobre un lienzo, tan absorto que demoró un par de minutos en advertir nuestra presencia.

El departamento que alquila es pequeño, donde vive con su mujer Carolina y su hijo Víctor Benicio. En la cocina-comedor hay una gran variedad de cuadros desperdigados, colgados o apoyados contra las paredes. Ramón pide disculpas “por el desorden”, pero este pasa desapercibido porque lo que se imponen ante los ojos de sus invitados son sus obras: apoyado sobre la mesa un cuadro con el rostro pintado del David de Miguel Ángel, fundido en una gama de los más diversos colores -lo que se conoce como una obra de realismo espontáneo-; pegado a la puerta un Mohamed Allí en blanco y negro; sobre otra pared, con técnica de grafito sobre cartulina forrada, los dibujos de las caras de los villanos más malos del cine de todos los tiempo –Chuky; el payaso Pennywise, Annie Wilkes de Misery, y otros, más algunos que le resta agregar- y en el centro del lugar, como abarcándolo todo, el rostro de una mujer que luego nos explicaría que se trata de una de las tantas obras del artista William Adolphe Bouguereau, a quien reconoce que admira, un óleo que trabaja de puro gusto para conservar.

Es que, luego revelaría, esta cosa de pintar lo que le atrae la mantiene desde pequeño cuando, por ejemplo, no podía comprar las figuritas de moda porque no había plata en su casa que no sea para la comida. Entonces, “Monchito” se las ingeniaba para dibujar y recrear esas “figus” con sus personajes favoritos y así poder tenerlos también.

Ramón es docente de artes visuales y se encuentra “en el camino” a transformarse en artista plástico, admitió. Su persona tomó notoriedad luego de pintar un mural de Diego Armando Maradona en barrio Bouchard, casi un mes después de la muerte del astro del fútbol. Tuvo tanta repercusión su trabajo que comenzó a ser convocado para pintar otras paredes, pero en esas oportunidades, se tratarían de personas de acá, gente que ya no está más físicamente pero que amigos y familiares buscaban recordarlos. Y para ello convocaban a “Moncho”.

Artista con los pies y las manos

Cortez es oriundo de Frontera, cursó estudios primarios en la escuela N° 1199 de la vecina localidad, luego estudiaría en el IPET n° 50 "Ingeniero Emilio F. Olmos”, pero a los 15 años y por necesidad, tuvo que dejar para trabajar. “No había plata en casa y había que priorizar si comer o estudiar, en su momento tuve que priorizar tener para comer”, sostuvo. Así, por un tiempo fue albañil y también atendería un cyber.

En el mientras tanto se dedicó a otra de sus pasiones juveniles y en la que, según dijeron algunos, dibujaba pero con los pies. “Moncho” era bueno jugando a la pelota, se trataba de esos “10” cada vez más escasos, enganches asistidores. Usaba ese número, tanto en el Baby Fútbol en el club Centro Deportivo River como luego en Proyecto Crecer, donde compartió equipo con el fallecido y recordado Emiliano Sala.

“La mayoría de la gente me conoce más por el fútbol que por el arte. Recién ahora me ven y me dicen ‘ah pero vos pintabas, no sabía’”, contó. A los 20 años retomó la secundaria en el anexo de la escuela Ravetti en barrio Parque y luego estudiaría el profesorado en Artes Visuales en la escuela superior de Bellas Artes “Raúl G. Villafañe”.

- ¿Por qué no se dio lo del fútbol?

Tenía que trabajar y en Crecer se entrenaba a la mañana y a la tarde y no se podía. Pero después me dije, algo de lo que me gusta tengo que hacer, así que me dediqué al arte.

- ¿Te arrenpentís de esa decisión?

No, para nada. Todo lo que quise hacer lo hice y la verdad soy muy feliz, priorizo la felicidad delante de todo. Los chicos del profesorado me preguntan si me da para vivir del arte y la verdad que no, pero soy recontra feliz, me encanta pintar, dar clases, hacer murales. Me esfuerzo mucho por tratar de vivir de eso, pero vos no decidís si vivís del arte, el arte decide cuándo podés vivir de el. Tal vez vendas un cuadro hoy y otro de acá a seis meses, no sabés.

Su pasión por el arte le llegó por parte de su madre Nora, empleada doméstica y ama de casa, que dibujaba diseños de ropa que luego confeccionaba para sus ocho hijos. “Ella es y siempre fue un ejemplo de superación, nos enseñaba más que nada con el ejemplo, a respetar a la gente y valorar lo que uno tenía y todo tipo de enseñanzas que hoy me sirven como padre y persona”, reconoció.  

Ramón se recibió de docente en Artes Visuales y da clases en el Colegio Pablo VI y en una comunidad terapéutica, mientras perfecciona su faceta artística cuyo estilo se enmarca dentro de lo que se denomina realismo espontáneo: “Es un tipo de arte contemporáneo que se basa en figuras de conocimiento público y cultural, solamente que utilizo otra paleta de colores diferentes a la que se está acostumbrado a ver y eso llama mucho la atención”.

“Moncho” Cortez, el artista que conmueve con sus murales hiperrealistas

Su arte en los murales

Luego de su impresionante trabajo con el mural de Maradona, a “Moncho” le llegaron más ofertas (ya lo venía haciendo) para realizar otras obras pero esta vez de vecinos locales, de Frontera o la región, que fallecieron por distintas circunstancias. Generalmente se trata de los retratos en pared de jóvenes cuyas muertes fueron impactantes y quienes lo piden buscan tenerlo presentes, no solo en su corazón.

“Me empezaron a llamar generalmente amigos de estos chicos que han fallecido. Tuvo repercusión el hecho de hacer una imagen realista como la de Diego –Maradona- que acá se ven pocas. Ahora hay casi en todos los barrios murales recordando a distintos pibes y como artista está bueno que se me reconozca y que les guste el trabajo. Pero como persona, me encontré con algunas historias muy dolorosas detrás de esos murales”, contó Cortez, quien lleva unos diez murales de este tipo realizados en nuestra ciudad y Frontera; entre ellos el de Tobías Stayolo (asesinado en 2019 en barrio Sarmiento), Gino Ponce (un suicidio para la Justicia), Rubén el “Gringo” Bailo (que fue atropellado en ruta 19 mientras intentaba cruzar con su bicicleta), entre otros.

“Moncho” Cortez, el artista que conmueve con sus murales hiperrealistas

- ¿Está de moda el muralismo o cómo definís estos trabajos por los que te convocan?

Creo que se está generando una especie de ritual, como rendirle un tributo a la persona fallecida para decirle que no lo olvidaron y todavía está con ellos. Es increíble, cuando fui a pintar a Tobías -Stayolo-, los amigos limpiaron todo el lote, pintaron la pared y dejaron todo impecable para que yo trabajara de la mejor forma. Y así fue, mientras pintaba ellos jugaban a las bochas, escuchaban música, se generó un ambiente hermoso en el que se lo recordaba en esas juntadas.

Ramón aclaró que, en su caso, no se trata de solamente pintar un mural y listo, sino que cada obra tiene un proceso social y personal de conocer la historia detrás de cada persona a través de las referencias de sus amigos y familiares. Según el artista, tiene que ver con poder “captar de mejor manera la esencia de la persona a retratar”. 

“Uno cree que conoce las historias hasta que vas y te encontrás en primera persona con los amigos y familiares de los chicos. Me pasó hace poco que terminé un mural y fue la mamá del chico y se puso a acariciar la pared llorando, eso fue algo muy fuerte” manifestó Ramón, emocionado y agregó: “Algunos piensan que hacer arte es hacer un dibujito y ya está, pero cuando ves que ese dibujito hace llorar a alguien, deja de ser solamente un dibujito. Ahí uno toma real dimensión, de que no todo es por plata, a mí me llena mucho ver la felicidad de la gente cuando termino mis trabajos y que la gente se sienta respetada por la obra”.

“Moncho” Cortez, el artista que conmueve con sus murales hiperrealistas

Una Creación en barrio Parque

“Moncho” contó que desde que fue perfeccionando distintas técnicas del arte plástico, comenzó a recrear obras de grandes artistas, a veces con su toque personal, otras casi de manera fiel al original, pero no con el objeto de vender sino para conservarlas.

“Lo hago por gusto propio. Como no tengo la posibilidad de ir a los museos y sentir esa vibra cuando estás frente de una obra de arte, trato de emularlas y recrearlas para tenerlas. Ese tipo de obras trato de no venderlas porque significan algo especial”, confesó.   

- ¿Qué otra obra que te gustaba hiciste para vos?

Varias. Recreé La Creación de Adam de Miguel Ángel y me pasó algo increíble. Se la vendí a un muchacho de barrio Parque, que me había encargado dos retratos de sus hijas, cuando vino a buscarlos se encontró con La Creación, que ni siquiera estaba terminada, de 1,80 x 1,20 metros, me dijo ‘la quiero tener en mi casa’. Fue algo loco, llamó a la mujer para tratar de convencerla, porque era un óleo sobre lienzo, y el trabajo más los materiales tenían un costo importante, pero bueno, le di la facilidad de pagarla en cuotas y llegamos a un acuerdo. La tiene en la cocina de su casa colgada y le encanta. Por eso digo que  el arte está al alcance de todos nada más que está mal promocionado, particularmente acá en San Francisco.

- ¿Cómo es eso?

Si vos querés ver arte, tenés que ir al museo para apreciarlo, cuando en realidad es para todos. Todo el público es capaz de hacer interpretaciones diferentes e igual de válidas de lo que son las obras. Aunque creo que últimamente el arte se está acercando mucho a la gente con el tema de los murales, desde mi punto de vista.

- ¿Vos sacarías las obras del museo y las llevarías dónde?

A cualquier lugar, a una plaza, por más que se diga que se desprestigia una obra cuando sale del lugar que le corresponde, que sería el museo. Toda la gente puede apreciar el arte y qué mejor ejemplo que ese, que un muchacho de barrio Parque que nunca vio una obra como La Creación de Adam y se la llevó.

“Moncho” Cortez, el artista que conmueve con sus murales hiperrealistas