Las crisis, dicen, suelen traer oportunidades, pero por otro lado, no dejan de reflejar lo que ocurre en los márgenes de la sociedad. Mientras la Cooperativa de reciclaje La Virgencita de barrio Parque amplía sus instalaciones y, gracias a la comunidad, podrá incorporar una nueva máquina prensadora; por el otro, sus números muestran que hay mayor cantidad de familias que dependen del “cartoneo” para afrontar el día a día.

Emilio Amé, titular de Cáritas diocesana y parte activa del proyecto La Virgencita, se refirió a la actualidad de la cooperativa y a la realidad que atraviesan muchas de las personas que llegan hasta el lugar para vender lo que recolectaron durante largas horas del día.

“Estamos comprando el doble de cartón con respecto a un año atrás y al doble de personas. Lamentablemente creció la cantidad de gente que se rebusca en la calle su ingreso diario, es lo que nosotros vemos en la cooperativa, alrededor de marzo de 2020 estábamos comprando alrededor de 4.500 kilos diarios de cartón y hoy, abril de 2021, estamos en los 7.200 a 7.500 kilos por día”, reveló Amé.

Dos caras de una misma crisis: más gente “cartonea” y hay una cooperativa que crece

La crisis también da oportunidad

Mientras que en febrero de 2020 el galpón de la Cooperativa se mostraba abarrotado de fardos de cartones y papeles prensados, en la actualidad todo luce más ordenado. Y es que desde octubre del año pasado, los responsables del proyecto de La Virgencita junto a empresas y colaboradores de la comunidad, comenzaron un plan de expansión de las instalaciones.

“Estamos terminando un galpón de 350 metros cuadrados para continuar recopilando los fardos, para tener más espacio, incorporar otra máquina y que la cooperativa siga creciendo. Esto se lo debemos en gran parte al aporte y solidaridad de empresas y personas que colaboran mucho con el proyecto y nos da la posibilidad de seguir proyectando mejoras”, refirió el referente de Cáritas.

También desde la cooperativa anunciaron que junto a profesionales de UTN San Francisco, trabajan en la construcción de una nueva prensa horizontal, con cinta transportadora y balanza para facilitar la tarea de las y los trabajadores.

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Más cartoneros

“La falta de laburo formal y la pérdida de las changas hace que más personas se vuelquen al cartón. De las 35 o 40 personas a las que les comprábamos el año pasado, hoy son 75. Pasa que esto les da un ingreso mínimo diario para comer y antes que nada, optan por salir a buscar cartones”, indicó Amé.

La nueva realidad marca que son varias las personas que recolectan y venden lo que juntan de los rellenos sanitarios tanto de San Francisco como de Estación Frontera. “Hay gente que se cruza toda la ciudad de punta a punta para juntarse unos pesos”, añadió.

Por último, Amé explicó: “Actualmente funcionan dos prensas para hacer fardos con posibilidad de incorporar una tercer. Además se amplió el horario de atención para los cartoneros, 9 a 12 y de 14 a 18. Hemos incorporado gente también, eso ayuda a que crezca la cantidad de kilos diarios más allá de que hay más gente dando vueltas juntando cartón y papel”.

Más cartón, más trabajo

La mayor cantidad de personas que se dedican al “cartoneo” y que diariamente llevan más kilos de materiales a la cooperativa obligó a los responsables del proyecto a sumar nuevas manos en La Virgencita.

Una de las caras nuevas en el lugar es la de Sandra (22), residente en barrio Acapulco, que comenzó a trabajar hace poco más de dos meses.

“Trabajaba como empleada de limpieza en un hotel y en moteles, pero no era algo fijo. Como conocía a Eva -una de las históricas del lugar- le pregunté si tenían trabajo y me dijo que sí, al poco tiempo me sumé”, contó la mujer a El Periódico.

Y agregó: “Necesitaba mucho el trabajo porque tengo que pagar el alquiler y mis cuentas. Es un trabajo que cansa un poquito pero la vamos llevando. Estoy agradecida por esta oportunidad”.

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Desde el basural de Estación Frontera

Mario (49) hace un año que recolecta cartón, chapas, aluminio y ropa con otros cartoneros en el basural de Estación Frontera. Con esos “compañeros de trabajo” formaron un grupo con el que pagan un flete casi a diario para llevar lo acopiado hasta La Virgencita. 

“Es un trabajo como todos, hasta que salga algo mejor -comentó Mario a El Periódico-. Igual no es fácil, no es como otro trabajo que estás limpio o con cuidados. Todos los días es una disputa ya sea bajo el sol, la lluvia, atrás del humo, entre los vidrios, los alambres, es un peligro, pero siempre estamos tratando de organizarlo para poder tener qué comer”.

El hombre contó que a veces comienza sus jornadas a partir de las 3.30 de la mañana hasta pasadas las 16, esto se debe a que hay días y horarios en los que llegan los camiones volcadores de distintas empresas privadas a arrojar gran cantidad de material y, según Mario, “hay que estar para poder juntar lo mejorcito”.

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Si bien hay varios lugares para vender lo recolectado, Mario aseguró sentirse cómodo con el trato que recibe en La Virgencita: “Me gusta venir acá por la atención, acá venís te dan jugo, te podés lavar las manos, hay higiene, nos dan bizcochos, hay un respeto hacia nosotros”.

Al no existir políticas públicas de separación de residuos sólidos orgánicos en San Francisco ni en Frontera, la gente como Mario, así como familias que se dedican a esto, deben revolver entre la basura para encontrar elementos reciclables. Es por ello necesario que la comunidad colabore en sus domicilios para una diferenciación hogareña de la basura, para Mario y las chicas de la cooperativa “eso ayudaría y dignificaría el trabajo de las familias que vivimos de esto”.