La llamada inteligencia artificial avanza a pasos agigantados y es una de las marcas de nuestra época. Día a día va tomando más protagonismo en acciones cotidianas que realizamos con las nuevas tecnologías, principalmente a través de internet.

Son muchos los investigadores en Córdoba y en Argentina que abordan este campo de la ciencia y la ingeniería, por su múltiples vínculos con el sector productivo local.

A grandes rasgos, cuando hablamos de inteligencia artificial nos referimos a aquella inteligencia que proviene de máquinas o sistemas informáticos. En lo que respecta a las ciencias de la computación, una “máquina inteligente” perfecta es aquella que es flexible, que percibe el entorno y realiza acciones que optimicen la posibilidad de éxito o de realizar una tarea concreta.

Lo cierto es que existen muchas teorías, escuelas y movimientos en los que no nos vamos a detener, aunque sí nos gustaría hacer un breve repaso histórico.

Por una parte, aunque las ideas primigenias se remontan a los griegos, en 1936 nos encontramos con el primer diseño formal de una “Máquina universal”. El creador fue Alan Turing y demostró la viabilidad de un dispositivo físico de implementar cualquier cómputo formalmente definido.

Existen muchos hallazgos y pequeños pasos llevados a cabo con mucho esfuerzo entre 1936 y lo que para muchos ha sido la época dorada de la informática, los años 70, 80 y 90. Sin embargo, ya a mediados de los años 60 aparecen los primeros sistemas expertos que predicen la probabilidad de una solución bajo un set de condiciones. Estos sistemas se popularizan durante las décadas de los años 70 y 80 bajo denominaciones como ABRL, MYCIN: R1/XCON, PIP, INTERNIST/CADUCEUS, PUFF o CASNET. Curiosamente, algunos de estos sistemas todavía se utilizan en la actualidad, como EXPORT, OPSS y EMYCIN.

¿Ha llegado la era de la inteligencia artificial?

Probablemente, uno de los grandes hitos de la inteligencia artificial, al menos uno que muchos recuerdan es la victoria de la computadora autónoma Deep Blue frente al campeón mundial de ajedrez, Garri Kaspárov, en 1997. Este superordenador creado por IBM con el propósito específico de jugar al ajedrez cambió nuestra forma de percibir a la inteligencia artificial y nos hizo preguntarnos sobre las posibilidades de este tipo de dispositivos.

Veinticuatro años después de la victoria de Deep Blue, la tecnología ha evolucionado de manera tan drástica que cualquier smartphone es más potente que el superordenador de IBM. Sin embargo, Deep Blue provocó una fascinación que se extiende hasta nuestros días y, después de que la inteligencia artificial venciera a los humanos en juegos como el ajedrez o el Go, donde las reglas y las posibilidades están predefinidas, las máquinas han vuelto a subir el listón y quieren desafiarnos en juegos de casino, donde la intuición, la capacidad de barajar diferentes posibilidades según información que desconocemos y tenemos que suponer y, por supuesto, la estrategia, son claves para ganar.

Durante los últimos años, hemos visto cómo la popularidad y diversidad de los juegos de casino ha crecido drásticamente, dando lugar a una industria floreciente y con una proyección de mercado inimaginable hace unos años, cuando la hegemonía del juego era cosa de emplazamientos físicos. Pues bien, gracias a este auge de la industria, un grupo de investigadores de Canadá y República Checa crearon DeepStack, una inteligencia artificial capaz de ganar a cualquier humano en la modalidad de póker más famosa del mundo: el Texas Hod’em.

Como comentamos previamente, el póker es un tipo de juego mucho más complejo de dominar por parte de una máquina que otros juegos en los que las posibilidades, por muchas que sean, están predefinidas. El farol, las cartas ocultas e incluso ciertos tipos de estrategia fundamentados en la estadística eran factores que, a priori, parecían lejanos al procesamiento de una inteligencia artificial. Pues bien, DeepStack se creó en base a un razonamiento recursivo fundamentado en la técnica Counterfactual Regret Minimization (CFR, según sus siglas, o Minimización del Arrepentimiento Contrafactual, en español) que, a grandes rasgos, pretende imitar el razonamiento humano. El resultado: DeepStack derrotó fulminantemente a treinta jugadores profesionales de póker procedentes de diecisiete países.

DeepStack solo fue el comienzo, y muy pronto llegaron otras inteligencias artificiales como Libratus o Pluribus, inteligencias todavía más avanzadas que continuaban imitando procesos de razonamiento muy similares a los humanos, sumados a una capacidad de barajar diferentes posibilidades mucho mayor a la nuestra.

En la actualidad, muchos ciudadanos tenemos en nuestras casas dispositivos de inteligencia artificial creados por gigantes tecnológicos como Apple, Google o Amazon que no terminan de representar la idea de inteligencia artificial que nos ha trasladado la ciencia ficción en el cine o la literatura. Sin embargo, a tenor de cómo están evolucionando las cosas, es muy probable que más pronto que tarde nos encontremos con productos destinados al consumidor final capaces de comportarse de una manera muy similar a la de cualquier humano.