Seguramente nunca antes tanta información sobre cómo funcionan las vacunas, sobre su eficacia y seguridad, estuvieron disponibles para tanta gente. Lo que genera mucha mayor comprensión sobre su importancia y sus mecanismos de acción, aunque también algunas dudas, confusiones o ideas falsas que se trasladan a las redes sociales. En Argentina la campaña de vacunación contra el coronavirus ya comenzó para el personal de salud y se espera que en las próximas semanas se incluya a otros grupos de riesgo y comience a inyectarse a millones de personas. Se trata de un paso importante y esperanzador para comenzar a volver a la normalidad luego de meses muy duros en el contexto de la pandemia.

Gabriel Morón es uno de los referentes sobre el tema de vacunas en Córdoba y el país. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), docente y secretario académico de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, lleva más de 25 años estudiando sobre vacunas e inmunología. En una entrevista con El Periódico, destacó los importantes avances científicos que se lograron con el desarrollo de las vacunas contra el COVID-19 y que quedarán para combatir posibles virus en el futuro, además que explicó lo que hay que comprender sobre los efectos adversos de las vacunas. También subrayó que la Argentina, a pesar de las discusiones políticas partidarias, es uno de los primeros países en el mundo que vacuna contra el coronavirus de manera significativa.

Fue rápida la creación de la vacuna, pero la tecnología que utilizan tampoco se creó de un día para el otro. ¿Cómo son las plataformas o bases científicas que utilizan las vacunas que ya se usan o se esperan utilizar para el COVID?

Hay dos grandes modelos de vacunas que se están empleando en el mundo y algunas otras que están en fase de ensayos clínicos pero que son más o menos parecidas. Una es la que se conoce como ARN, y la otra de los adenovirus, como la vacuna rusa Sputnik. Ambos sistemas son sistemas modulares, uno va como armando una cáscara vacía sobre la cual uno mete información sobre la enfermedad sobre la cual quiera generar una vacuna. Por eso hace rato que se viene trabajando, estudiando el ARN o los adenovirus para otras vacunas, como para el dengue o ébola. Lo que se hizo, entre comillas, es sacar la información genética que se estaba desarrollando para ébola o dengue y cambiarla para Covid. Eso posibilitó que ya teniendo un modelo se cambió por Covid y fue muy sencillo de hacer. Lo más importante de la vacuna hace unos siete años que venía en desarrollo. Sobre los adenovirus, no solamente se estaban estudiando para el desarrollo de vacunas sino también para el tratamiento de algunas enfermedades genéticas y esto tiene como 12 años de investigación y lo que más nos importa es que ya se sabe que es muy segura.

También están las de Sinovac y Sinopharm, de origen chino, que utilizan la tecnología tradicional de virus inactivados. ¿Ese mecanismo las hace menos efectivas? 

Cada modelo de vacuna se aplica depende las características de la enfermedad. Nosotros tenemos un sistema inmune que nos protege contra las infecciones. A veces necesita una ayuda, como con las vacunas, pero el sistema inmune es muy complejo y usa distintas herramientas. Hoy todavía no es muy claro en el caso de Covid qué elementos del sistema inmune son más relevantes. Las vacunas que han desarrollado los chinos, que son las de virus inactivados, son vacunas que se utilizan esencialmente para enfermedades donde los anticuerpos son muy importantes para evitar la enfermedad. Entonces lo que se sabe hoy de Covid es que los anticuerpos parece que son importantes pero que también hay otros elementos del sistema inmune, unas células que se llaman células T y son muy poderosas para algunos tipos de infecciones virales, y que también son importantes para defenderse del Covid. Las vacunas de virus inactivados no son muy útiles para activar los depósitos T, lo cual no quiere decir que no produzcan anticuerpos. Por eso se está escuchando los resultados de algunos ensayos de fase clínica 3 que no son tan buenos, como los de ARN o los adenovirus.

¿Se supone que con el tiempo vamos a ver cuáles serían las más recomendables?

La Organización Mundial de la Salud buscaba vacunas que tuvieran al menos el 50% de eficacia, lo que quiere decir que si inyectamos a 100 personas al menos 50 van a estar protegidas de la infección. Las chinas no quiere decir que sean malas, simplemente tienen una eficacia menor. Todos estos valores de eficacia han sido medidos en un plazo de un mes, un mes y medio como máximo luego de la segunda inmunización. No podemos saber más porque el tiempo no da para estudios más largos. Ahí vamos a pasar a un término nuevo que es la eficiencia. A lo largo del tiempo, no a la semana que me vacuné, sino a los dos meses, a los seis meses, al año, cuánto va a seguir protegiendo. Hoy lo ignoramos porque no hubo tiempo de estudiarlo. Cuando vaya pasando el tiempo lo sabremos y ahí tendremos un panorama más claro sobre la situación y cuál de todas las vacunas sería la más recomendable.

¿Cómo se logró hacerlas tan rápido sin saltarse pasos en el testeo y seguridad? 

Hay dos cosas importantes que han facilitado el desarrollo tan rápido. Es una pandemia que afecta a miles de millones de habitantes, se ha dispersado e infectado a mucha gente rápidamente. En otras enfermedades tardás mucho en esperar a ver si funciona o no porque hay poca gente que se infecta. De Covid hay mucha gente que se está infectando entonces rápidamente se puede recolectar la información de si protege o no. El segundo hecho es que estamos en una urgencia tan grande que la cantidad de recursos que se han puesto en desarrollar estas vacunas jamás se ha visto. Una pandemia que afecta a todo el mundo, que ha producido problemas sociales, económicos, que en determinados momentos ha paralizado países enteros. Ni en los casos que se acordarán los más grandes como la poliomielitis, que hubo epidemias con muchos niños que sufrían esta consecuencia. Sin embargo era un número pequeño de personas y no provocaba estas paralizaciones económicas. Todo es una cuestión de recursos, cuando se ponen muchos recursos y mucha intención se lo logra.

¿Es posible que estas tecnologías sirvan luego para combatir otras enfermedades que aparezcan y quede como una especie de vacuna base, de manera que para otras enfermedades no haya que partir de la fase cero? Como una especie de pintura blanca a la cual después se le puede agregar un tono de color determinado, que sería el virus a combatir.

Sí, es un buen ejemplo. Eso es una cosa que todavía no se valora porque estamos en emergencia. Las vacunas, hasta hace poco, eran de virus inactivados. El desarrollo lleva mucho tiempo por una serie de circunstancias. Estas no, le ponés un color a la pintura y tenés una vacuna para una enfermedad, le pones otro color y tenés una vacuna para otra, son muy modulables. Esa es una de las grandes cosas que va a dejar esta pandemia. Se habla de las mutaciones del Covid, y en el caso de que las vacunas perdieran eficiencia rápidamente podemos cambiar información genética, poner la nueva y no esperar diez años. Eso se puede hacer. Y si aparece un nuevo virus o bacteria que genere una pandemia tendremos herramientas mucho más fáciles de convertir en vacunas que las que teníamos hace 15 años.

¿Cuáles serían los problemas que ocasionan que el virus mute? ¿que no sean efectivas las vacunas?

Los virus y bacterias y hasta nuestro propio genoma del ser humano tienen mutaciones, cuando más ciclos de reproducción tenga un organismo más probabilidades que acumule mutaciones. Algunas mutaciones que constantemente van teniendo los virus se están empezando a observar. Algunas no tienen importancia y otras parece que por ahora lo único que hacen es que el virus interaccione más fácil con la célula que va a infectar y entre más fácil, pero por ahora no se ha observado una mutación que haga que las vacunas pierda importancia. Las mutaciones lo que hacen es cambiar alguna estructura de las proteínas del virus que es necesaria para su ciclo vital. Si las mutaciones cambian demasiado su ciclo vital, el virus no va a ser viable y va a dejar de existir. Por ahora los ensayos que se han visto hacen pensar que las vacunas van a ser efectivas con una variante como con otra. En el hipotético caso que esto no ocurriera, con estos modelos actuales rápidamente se podría crear una vacuna en dos meses y comenzar, en el caso que hiciera falta, vacunar contra esa versión.

¿Se puede saber con el coronavirus si va a ser necesario vacunarse todos los años? 

No, aún no lo sabemos. Aún no sabemos cuánto dura esta protección. En los ensayos que se estaban realizando con adenovirus para la vacuna de ébola aparentemente la inmunidad duraba al menos un año. Hoy en día no se sabe si hará falta el año que viene. Con la gripe es una cosa distintas hay muchas variedades del gripe de influenza, algunas cobran más importancia en un año que en otra y entonces se preparan las vacunas de acuerdo a las distintas variantes. Por ahora no hay una variante de Covid que signifique la necesidad de preparar vacunas nuevas. Todo va a depender mucho de los planes de vacunación y la disponibilidad de vacunas. Facilitar que la mayor cantidad de gente se pueda vacunar lo más rápido posible va a permitir cortar la diseminación, no se cree que se pueda eliminar el virus pero al menos reducir muchísimo la circulación.

Se explicó que lo principal en la vacuna Sputnik y otras es que evitan el desarrollo de cuadros graves de la enfermedad de COVID. Si bien eso es lo principal, ¿también van a evitar el contagio al menos en un porcentaje?

En otras vacunas sí, porque son vacunas que venimos aplicando hace mucho tiempo. Debido a la urgencia en el COVID, los ensayos clínicos que se hicieron para probar la seguridad y la eficacia no han permitido aún saber eso, lo cual no quiere decir que no lo hagan. Aún no hay evidencia de que si una persona se vacune y se infecta, no contagie a otra. Saber eso lleva más tiempo, estudios más profundos y con los tiempos de urgencia no se ha podido saber. Hoy lo que sabemos que protegen para que no desarrolle la enfermedad. Por eso se dice a las personas vacunadas que no deben interrumpir los cuidados, no van a tener la enfermedad, pero no se sabe si pueden contagiar al vecino. Hay resultados preliminares e indicios bastante buenos en evitar los contagios, pero aún hacen falta estudios más desarrollados.

Claro, si esperamos a que se terminen todos esos estudios, van a pasar años, mientras estamos en una emergencia que necesitamos frenar.

Exacto, por eso es que todas las vacunas que se están aplicando está autorizado su uso temporario bajo ciertas condiciones impuestas por la emergencia sanitaria. Los ensayos clínicos que permitieron la autorización de emergencia de cualquiera de las vacunas, en el balance es mucho más lo que se gana que lo que se pierde. Pero todavía faltan datos de saber, justamente si evita el contagio, qué pasa con personas con algunas patologías en particular, cuánto dura la protección. Todas preguntas que no pudimos responder porque no hubo tiempo son las que impiden la aprobación definitiva de las vacunas. Dentro de un año se van a revisar los datos actuales, el final de los ensayos clínicos, y ahí sí con toda la información posiblemente se va a dar la aprobación definitiva.

Argentina es uno de los pocos países que está vacunando en América Latina. ¿Cómo cree que esto va a repercutir en la situación de la pandemia?

El problema grande en ese punto es la disponibilidad de vacunas. Estamos hablando de que las fábricas comiencen a fabricar miles de millones de vacunas, y eso no ocurre de un día para el otro. En virtud de la capacidad que tengan las fábricas de producir y de que recibamos la cantidad de dosis prometidas, seguramente el impacto va a ser muy favorable. Pero la disponibilidad de vacunas es limitada aún. A medida que pase el tiempo producirán más, hoy no se sabe si pueden. Depende también de los proveedores de esas fábricas. Argentina tuvo la gran ventaja de que comenzó a negociar tempranamente con varios países. A veces por cuestiones políticas partidarias no lo valoramos, pero hoy tenemos el privilegio de ser uno de los primeros países que comenzó a vacunar y de forma significativa. Porque otros países latinoamericanos han comenzado a vacunar, pero con cinco mil dosis. En cambio Argentina está protegiendo ya a un 40 por ciento de su personal de salud. Y está esperando el primer millón de dosis que se dice que va a llegar en unos días, y eso va a ser fundamental porque si viene la segunda o tercera ola el personal sanitario tiene que estar preparado para eso.

No todos los países pueden decir lo mismo.

No, esta pandemia ha puesto de manifiesto una gran desigualdad. Hay países que no esperan recibir vacunas hasta dentro de dos o tres años. Y Argentina las está teniendo. Deberíamos estar más contentos con esta posibilidad y dejar las discusiones político partidarias para otro momento.

¿Es cierto que desde se hizo la secuencia del genoma del virus a los pocos días ya se tenía el diseño de la vacuna y todo este tiempo fue para hacer los ensayos clínicos? 

Tal cual.  En enero de 2020 China publicó el genoma del virus, se puso disponible a todo el mundo. Había desarrolladores de vacunas que estaban trabajando para el dengue y ébola que vieron la oportunidad. En marzo ya comenzaron los ensayos en animales. En abril los de fase dos, que llevan un poco más de tiempo. Y en julio los de fase tres, que involucran entre 20 mil y 40 mil personas. También se simplificaron los procesos burocráticos y si había carpetas de medicamentos esperando para ser analizadas, el COVID tuvo prioridad. Normalmente lleva más tiempo. Pero la urgencia y el carácter global de la pandemia hicieron que todo fuera más rápido.

Si bien sabemos que las vacunas son seguras y efectivas, como todo medicamento tiene reacciones adversas. ¿Qué es lo que hay que entender cuando se habla de efectos adversos en una vacuna?

La vacuna, aunque es preventiva, es un medicamento. Cualquiera que va a tomar ibuprofeno porque le duele la cabeza, puede leer el prospecto que tiene una larga lista de advertencias y contraindicaciones. Es un medicamento y está probado que en la inmensa mayoría de personas si les provoca algo son consecuencias mínimas. No se puede garantizar que no provoque una consecuencia más adversa a una persona, siempre alguna persona va a ser más sensible a un tratamiento. Incluso hasta a un alimento, hay personas que son alérgicas, pero no por eso se deja de usar el alimento. Lo que se tiene que quedar tranquila la gente es que en el grueso de la población no va a tener más efectos como cualquier otro medicamento que se aplique. Algunas personas serán más sensibles y tendrán consecuencias graves, uno en un millón, porcentajes así de bajos. Y la mayor parte va a sentir con la vacuna lo que ya se sabe: un poco de dolor por la inyección, un poco de fiebre o cansancio, pero después desaparecen. Pero son indicaciones de que el sistema inmune se está activando, como ocurre cuando uno tiene una infección y tiene fiebre. Algunos tienen fiebre más moderada, otros más suave, pero no pasa a mayores. Eso no quita que en algunas personas las consecuencias puedan ser más graves, como con cualquier otro medicamento.

También desde algunos sectores se cuestiona no solo la vacuna Sputnik V sino a la Anmat, ¿qué opina sobre eso?

Hay pocos institutos médicos en el mundo con este prestigio. Conforma un grupo con 16 agencias en el mundo y es ampliamente reconocido por su seriedad. La gente tiene que estar tranquila de que la Anmat es seria, reconocida. Forma parte de un panel muy selecto de países cuyas agencias son totalmente creíbles. Y la Anmat lo es. Si Anmat autorizó algo es porque tiene la evidencia para hacerlo y lo está haciendo correctamente. Es un orgullo para Argentina tener la Anmat.

¿Y por qué se insiste con que no mostraron los resultados de la Sputnik V?

No es que la Anmat no lo hace público, sino que hay contratos de confidencialidad. La Anmat también ha autorizado las vacunas de Pfizer y la de AstraZeneca, y no ha mostrado los resultados de fase 3 de ninguna, justamente porque es confidencial. Lo que hoy conocemos de Pfizer y AstraZeneca es porque la FDA los liberó. Se critica que la Anmat no los publicó a los de Sputnik, pero no publicó ninguno. La confidencialidad es hasta que terminen los ensayos de fase 3, que ninguna vacuna terminó todavía.

Así como todavía hoy se repite la falsa idea de que las vacunas causan autismo, ahora circula en redes sociales que la vacuna modifica el ADN, entre otros mitos. ¿Qué responde a eso?

Es un poco complicado para las personas que no conocen de biología, pero hay leyes básicas en la biología que indican que el ADN se copia en ARN en la células, y el ARN se copia en proteínas. Ninguna célula del ser humano tiene la maquinaria para hacerlo al revés. El ARN no se puede convertir en ADN. Es más, el ARN tiene una vida media de muy pocos minutos, se produce y se destruye. Y segundo, el ARN sale del núcleo de la célula hacia el citoplasma de la célula, no hay camino biológico en el ser humano de que vuelva hacia atrás. Aparte del coronavirus hay muchos virus que son ARN y ninguno lo puede hacer. Salvo el VIH, que tiene una maquinaria especial, es un caso excepcional. Pero las vacunas no lo hacen.

¿Qué siente cómo investigador cuando desde algunos sectores políticos menosprecian o ponen en duda el trabajo científico detrás de una vacuna para obtener réditos en lo partidario o cuestionar a un Gobierno?

Los científicos tenemos como 60 años de menosprecio en la Argentina. Nos mandaban a lavar los platos. Los recursos han ido y venido, los argentinos somos muy resilientes. Así y todo los científicos argentinos somos muy reconocidos en el mundo. Me queda la tristeza de que lo podríamos haber hecho acá, pero siempre faltan recursos y el apoyo declamado de todos los partidos que dicen apoyar a la ciencia, y sin embargo cuando tienen la posibilidad de gobernar se olvidan de nosotros. Y si hay algo que divide claramente en este mundo es la capacidad científica y cómo se vuelca al desarrollo de los países. Una lección de lo que ha pasado es que con una enfermedad de la que no sabíamos absolutamente nada investigadores de todo el mundo se han puesto a investigar hasta lograr la vacuna y lo han hecho en un año. Cuando la ciencia se pone a investigar algo es cuando se logran los avances, diagnósticos, tratamientos y vacunas. Creo que la sociedad tiene que ver eso, darle un poquito más de valor a la ciencia.