El escritor sanfrancisqueño Luciano Lamberti, radicado actualmente en Buenos Aires, viene de presentar su última obra: Los Abetos, una novela inspirada en la figura del dramaturgo, novelista, y poeta irlandés Samuel Beckett, donde mezcla datos ficcionales con hechos biográficos.

En una entrevista con El Periódico, Lamberti, criado en barrio Sarmiento de nuestra ciudad, dialogó sobre esta obra pero también de cómo lo afectó la pandemia, de lo que busca con sus libros de cuentos y novelas y cómo se inspira.

- Los Abetos es tu nueva novela: ¿de qué se trata?

(Samuel) Beckett sale del cine con amigos y le clavan un cuchillo en el pecho. Un desconocido absoluto. Leí esa anécdota investigando cosas en internet y me encantó porque era muy beckettiana, muy rara. Me puse a investigar su vida a través de videos, páginas web. Después me salió una beca del Fondo de Estímulo a la Producción donde había que presentar un proyecto porque se financiaba la producción de libro. Empecé a escribir, tomé los datos biográficos… no puedo escribir la biografía de Beckett porque sería un delirio, entonces lo tomé como punto de partida para imaginarme cosas que están dentro del rango de lo posible, pero que son cosas que imagino sobre cómo era en su intimidad, sus conversaciones con (James) Joyce.

- Ficción.

Hice ficción con algo biográfico, un poco a partir de un libro de Esther Cross que es ‘La mujer que escribió Frankenstein’, que lo recomiendo. Escribí sobre momentos de la vida de Beckett, algo raro. Me gustan los libros sobre escritores en general, no sé por qué uno como escritor va a buscar ahí. Capaz va a buscar en qué uno se está equivocando (ríe). Es algo raro, yo venía escribiendo más de género fantástico, de terror y de pronto surge esto. Pero la pasé muy bien escribiéndolo, fue muy placentero y me gusta lo que salió.

- ¿Cómo surgen las historias que terminás escribiendo? ¿Cuánto puede haber de arraigo con San Francisco?

Me gusta escribir sobre los lugares donde ya no estoy. Me fui de San Francisco y escribí sobre San Francisco. Me fui de Córdoba y escribí sobre Córdoba. Me sale mejor sino estoy mirando el lugar sino recordándolo. Sobre Buenos Aires en algún momento saldrá algo. Yo escribo mucho sobre el paisaje y el de San Francisco, esa mezcla entre campo y ciudad, lo fabril, las fábricas abandonadas… todo eso visualmente me gusta más que la cuestión urbana. Igual Buenos Aires me encanta, pero para escribir una historia acá debería conocer más a la gente. En general las historias no sé de dónde salen, cuando las escribo meto cosas que me pasaron a mi camufladas, pero no salen como yo las viví. Y cuando tengo que meter personajes, un lugar como la casa de mi abuela, por ejemplo, lo meto en una historia que no tiene nada que ver.

“Dicen que leen mis libros muy rápido y eso me parece genial”

- Lo autobiográfico pero escondido.

Siempre escondido, solapado para que sea algo que pueda sentir como propio pero no como tema. No creo que mi vida tenga el arco dramático para ser una buena historia.

- ¿No te considerás un personaje jugoso?

No, para nada. Charles Bukowski lo era.

- ¿A qué edad te fuiste de la ciudad?

Hasta los 18, por ahí, viví en San Francisco. Luego me fui a estudiar Letras a Córdoba y volvía los fines de semana, después cada 15 días y después casi nunca. Ahora voy cada tanto, le llevo a Antonio (su hijo) a mis viejos para que lo vean. Ellos siguen radicados en la misma casa, en barrio Sarmiento, ‘La Puñalada’. De las brasas y el populismo es Lamberti. A una cuadra de Frontera.

- ¿Cuándo volvés que impresión te llevás?

Me parece San Francisco un buen lugar para criar chicos, siempre lo digo. Es un lugar bonito. Cuando era adolescente era solo críticas, lo único que quería hacer era irme. Ahora voy y me quedo unos días, la paso bien, recorro en bicicleta. Aunque no lo sea está la sensación de pueblo, me imagino que los chicos pueden ir a jugar solos a una plaza todavía.

- ¿Cuánto te afectó la pandemia y cómo la llevarías a una de tus producciones?

Soy un privilegiado absoluto en el ámbito personal con esta pandemia. Descubrí la modalidad de talleres online y de dar dos por semana, pasé a dar seis talleres por semana. Frente a la gente que la pasó mal, se fundió y que la sigue pasando mal me considero un privilegiado y no me puedo quejar en ese sentido. Tampoco soy una persona que le gustaba con locura salir al exterior.

- El quédate en casa te vino bien.

Para mí era perfecto. Con respecto a qué escribir, un amigo me decía algo interesante. La ciencia ficción es un discurso que se opone a lo real de alguna forma o lo proyecta, como que es muy difícil escribir sobre esto desde la ciencia ficción. Yo siempre tardo mucho en metabolizar las cosas y me imagino que si sale algo va a ser mucho más adelante cuando esto haya pasado de moda.

Además, siempre escribo sobre lo que pasa, aunque sin narrarlo como algo plano sino dándole un firulete para que no se convierta solo en un registro.

Lamberti también es autor de los libros de cuentos "El asesino de chanchos" y "El loro que podía adivinar el futuro" y de las novelas "La maestra rural" y "La masacre de Kruguer".

Cuestión de género

- ¿Te llevás mejor con la novela o el cuento? También hiciste poesía, pero menos.

Poesía no me sale más, quisiera, pero no. Publiqué un solo libro. Lo otro depende del estado de ánimo porque cada género tiene sus cositas. Una primera versión de un cuento después de mucho pensarla la podés escribir en tres mañanas de trabajo intenso, pero esa intensidad no está en una novela que lleva más tiempo. La novela es como subirte a un barco y saber que faltan meses para llegar a destino. Es más lento, hay que tomarlo con calma y saber que te vas a equivocar muchas veces. El cuento igual lleva mucho laburo.

- ¿Entonces?

No es que prefiero una cosa a la otra, yo doy talleres de cuentos en general, siempre buscando nuevos escritores para no repetirme. Me parece algo impresionante hacerlo y no es menor a la novela. De todas formas, me gusta escribir novelas, tener a un lector con vos más tiempo y tener ese tiempo para desarrollar una idea, una historia o un personaje.

- ¿Apuntás a un lector especial?

No apunto a una franja. Pasa por ahí que después te enterás que alguien que vos no pensabas que le podía gustar tu libro le encantó. Y te dice algo genial. No es que hay una franja etaria, yo escribo con mis referencias en la cabeza, las pelis que veía en los ochenta y después caiga quien caiga, digamos. Pero no me interesa, por cuestiones internas, escribir un libro aburrido para hacerme el intelectual o el inteligente. Todos dicen que leen mis libros muy rápido y eso me parece genial, porque escribo para eso, para que en los estratos se lean cosas divertidas.

- Es un buen síntoma porque significa que se devoran tus libros.

Es una gran alegría. Alguna gente dirá que se leen muy rápidos, por lo que deberían ser más difíciles. Pero tratar de decidir quién te va a leer o decir ‘voy a escribir un best-seller’ o un libro que se lea mucho eso, nunca se sabe y es lo peor que podés hacer. El libro de Camila Sosa Villada ‘Las malas’ (una novela sobre trabajadoras sexuales trans) fue un boom de ventas y si bien estaba acorde a los tiempos, nadie pensaba que eso podía suceder. Los editores están locos por la fórmula de que un libro venda mucho, pero eso está fuera de su alcance.

- ¿Impacta sobre la lectura el consumo de series teniendo en cuenta la existencia de varias plataformas?

En el fondo se hace lo mismo, se cuenta una historia. Entonces… si el libro está bueno puede competir con la serie, pero es más fácil consumir una serie que ponerse a leer un libro. Hay muchas series basadas en libros o toman técnicas narrativas de los libros para contar o mantenerte alerta. Siempre la gente se quejó de que se lee poco, pero eso no me quita el sueño.

- ¿Por qué sería buena decidión empezar a leer a Lamberti este verano?

Porque es divertido, porque trata de generar emoción en los lectores o cuestiones temáticas que están flotando. Porque es alguien que salió del barrio ‘La Puñalada’ (ríe).