Este 26 de noviembre se cumplen 56 años del fallecimiento de una de las mejores voces que dio el género ciudadano. El uruguayo Julio Sosa, argentino por adopción, marcó un antes y un después en el tango en una época en la que el rock, con Los Beatles a la cabeza, invadía todos los ambientes musicales. 

A los 38 años, el cantante fue protagonista de un accidente de tránsito cuando se estrelló contra un semáforo sobre la avenida Figueroa Alcorta, en Buenos Aires, en su auto deportivo. Después de más de 30 horas internado en el Hospital Anchorena, fallece a causa de las gravísimas lesiones provocadas por el choque.

Pocos días después del trágico accidente que derivó en su muerte, el popular músico tenía programada una presentación en San Francisco. El cantante de tango local Oscar Terraf y el bandoneonista sanfrancisqueño Bartolomé Gandino reflexionaron sobre el show que no pudo ser y sobre cómo era el ambiente del tango en esa época.

En San Francisco, por aquellos tiempos, el tango se iba despidiendo de sus épocas de mayor popularidad, como en todo el país: “Los rockeros venían con tecnología de punta en sonido. El rock nacional invadió la televisión y la radio con programas tipo El Club del Clan”, comentó Terraf. Pero las entradas para aquel show programado de Julio Sosa, en diciembre del ´64 en el Club San Isidro, se habrían agotado en poquitos días. Hay quienes dicen que en dos, otros en tres, pero lo cierto es que las entradas volaron.

La milonga que no fue

“El único que llenaba era Sosa”, sentenció Terraf. Y así era. El cantante charrúa pegó el gran salto al lanzarse como solista en los sesenta, luego de desvincularse de la orquesta de Armando Pontier. Tal es así, que su fama lo llevó a participar en una película musical dirigida por Hugo del Carril en 1964, llamada “Buenas noches, Buenos Aires”, con su famoso “Firulete”.

Gandino, por su parte, comentó que Sosa iba a cantar en lo que era el viejo San Isidro sobre calle Corrientes. “Ahí se hacían los bailes en verano, y al lado, donde estaba la cancha de básquet cubierta, se hacían los bailes en invierno”, recordó.

La noche pudo ser histórica. Una de las grandes voces del tango de la época, con un show en la ciudad. Lamentablemente no pudo ser. Al “varón del tango” lo llamaron poco antes.  

El ambiente en San Francisco

Por el escenario de San Isidro, en ese entonces, pasaron grandes exponentes del tango, como la orquesta de Jorge Arduh, “El fantasista del teclado”. En los documentos del Archivo Gráfico y Museo Histórico de la ciudad se puede observar que, a fines de la década del ‘50 y principios de la del ’60, el tango tenía una fuerte vigencia en la ciudad y fueron muchos los espectáculos de música ciudadana que tuvieron lugar en San Francisco, con presentaciones de Argentino Ledesma, Francisco Canaro, Alfredo de Ángelis, Alberto Castillo, entre otros.

“En aquella época debía existir la orquesta típica y la orquesta característica. No se podía hacer un baile con la típica sola o la característica sola, tenían que estar los dos ritmos, y la característica era el pasodoble, bolero, el corrido. Esa noche, además, iba a estar Julio Sosa”, continuó Gandino.

Refiriéndose al tango en el ámbito local, el músico expresó: “San Francisco tuvo muy buenos exponentes, tanto cantores como músicos”, y mencionó orquestas típicas de la ciudad como La Típica Astral, que contaba con tres bandoneones, tres violines, contrabajos y dos cantantes. 

A su vez, Gandino se lamentó por el decaimiento en la pasión por el tango. “Por cuestiones de trabajo me tocó estar hace poco tiempo en el este de Europa, en Hungría, y vi en una plaza a un hombre con un acordeón y un niño con una guitarra tocando un tango. En conclusión, el tango está en todo el mundo. Y en Argentina falta promoción, nada más” finalizó.