El mundo del deporte y el boxeo se vio conmocionado esta mañana con la noticia de la muerte de Juan Domingo "Martillo" Roldán a los 63 años, luego de haberse contagiado de coronavirus semanas atrás. El recordado ex boxeador se encontraba internado en el Hospital Iturraspe, en San Francisco, y su estado ya era delicado la semana pasada. Lamentablemente no pudo recuperarse y falleció aproximadamente a las 9 de este miércoles.

Nacido en 1957 en Freyre, hijo de campesinos, Juan Domingo “Martillo” Roldán llegó a ser un ícono del boxeo a nivel mundial en los años 80. Son inolvidables las peleas con Frank Fletcher, en 1983, como también los combates frente a Marvin "Maravilla" Hagler, en el mismo año, con Thomas Hearns en 1987 o frente a Michael Nunn, en 1988.

En una entrevista con El Periódico a comienzos de enero de 2017 recordó aquellos años como púgil y resaltó que aunque habían pasado muchos años desde su retiro del cuadrilátero, la gente lo seguía recordando como un gran campeón. El registro de todas sus peleas puede verse en este enlace.

A continuación transcribimos la entrevista completa.

¿Cómo fueron tus comienzos?

En el año 1968, yo tenía 11 años, pelea Locche y Fuji a las siete de la mañana. Nosotros escuchábamos las peleas por la radio. En el mismo año pelea Bonavena. Y ahí empezamos a pegarles trompadas a las vacas, a los terneros, y después con mi hermano nos envolvíamos las manos con toalla, con bolsas, y ya boxeábamos. Después mi patrón hizo un silo subterráneo y nos hacía pelear con mi hermano. Mi padrino a los 11 años me regala un par de guantes. En el 71 estábamos comiendo con mi papá, mi mamá, mi hermana y mi hermano, y escuchamos radio de Rafaela que había boxeo en Coronel Fraga, entonces dijimos 'vamos papi, vamos' y fuimos con un Ford A. A la media hora de haber llegado, yo ya estaba arriba del ring. Ahí empieza. Eso fue un viernes, el lunes estuve en el gimnasio. Mi viejo me traía todos los días en el Ford A y nos salía muy cara la nafta así que me compré una motito que era fabricada en San Francisco y así empecé.

¿Qué recordás de tu debut profesional?

Cuando debuté profesionalmente yo ya tenía 100 peleas amateur. Fui campeón argentino en el ’77, fui a Venezuela, en el ‘78 también fui campeón argentino de los veteranos en Argentina, fui a Estados Unidos y fui ‘guantes de oro’. El 8 de diciembre del ‘78 me hago profesional acá en San Francisco. Peleo con un uruguayo. Le gano por knock out en el primer round. Así seguí, las cuatro o cinco peleas primeras fueron todas por knock out en el 1er round.

¿Qué recordás de la pelea con Fletcher?

Fue una pelea muy esperada porque era un tipo zurdo, raro, que venía ganando todo por knock out. Esa era ‘o vas, o te volvés y no entrás más’. De ahí se peleó, lo volteé en el primero, lo ‘paliceé’ en el segundo, lo estaba ‘paliceando’ en el tercero y me mete el dedo en el ojo. Y ahí empieza otra pelea, porque pelearlo desigual a un hombre como él era muy difícil. Yo de frente no lo veía, lo veía de lado, pero lo veía acá, con un solo ojo, y él estaba un metro más allá.

¿Tu mejor momento fue en el 84?

Sí, porque tenía 27 años, estaba en mi plenitud. Con Hearns también estaban bien físicamente pero no de la cabeza, tenía muchos problemas con un matrimonio, con mi padre que se estaba muriendo y que si se moría no me avisaban. Todo eso me llevó a salir a pelear como no tenía que salir. Hay cosas que en la vida que a veces no se pueden manejar. Y cuando me volteó me enloquecí mucho más y me acordé de muchas cosas que se habían dicho acá.

El rincón…

El rincón con Hagler fue el mismo que con Hearns: Robledo y Leiture. Y en Las Vegas se incorporó Miguel Diaz, porque ese era curador de heridas, y como era traductor mío en Las Vegas lo metimos también en el rincón.

¿Cuándo sentiste el retiro?

En la pelea Tommy Hearns tendría que haber dejado. Pero siempre hay alguien, los amigos entre comillas del boxeador, que hacen que vos vayas y no les importe si estás bien o mal, quieren que les traigas la plata nomás. Siempre a los deportistas les digo que cuando están cansados, cuando ya les fastidian los entrenamientos, que les duelen los golpes, que los sparring te golpean más de los que te tienen que golpear, ya están retirados.

¿Qué diferencias notás entre tu época y la actualidad?

No tienen nada que ver. En la época mía, la categoría mediano superó a los pesos pesados, había monstruos como Hagler, Durán, y entre esos estaba yo metido que podía perder o ganar con cualquiera. Si me hubiera tocado diez años antes o diez años después quizá podría haber sido campeón del mundo. Yo campeón de boxeo no fui pero voy a ser campeón de la vida. Que me reconozcan como boxeador, bueno o malo, eso lo dirá la gente. Pero yo quiero ser buena persona y quiero que me recuerden por lo buena persona y no como boxeador.

¿Cómo es la anécdota de la pelea con un oso?

Cuando uno es pibe se lleva todo por delante y no le tiene miedo a nada. Yo tenía 15 o 16 años y vino un oso de 270 kilos. Fueron a mi casa el dueño del circo y el trapecista, que después se casó y se quedó en Freyre, y me dijeron que tenían el oso y que querían pelear. Le dije ‘pelear no’ porque no le puedo pegar al animal, lo puedo matar. Entonces me dijeron de hacer una lucha y dije ‘bueno’. Y luché con el oso. Cada vez que me quería poner la mano abajo del brazo le pegaba un tirón en el pelo. Y se puso más manso. No me pudo voltear. Yo estuve a punto de voltearlo. Lo tuve cerquita pero no lo quise voltear porque en las patas tenía una uñas de diez centímetros, me iba a despedazar.

¿Sentís el reconocimiento de la gente?

Yo creo que pasan los años y la gente me sigue recordando igual. Acá se hizo un festival adonde me hicieron un homenaje y metimos 1300 personas y hubo gente que era de la época en que yo peleaba. Se ve que causó muchas sensaciones. Antes no había tanta televisión. Las primeras peleas mías fueron en blanco y negro, después en color y las pelas con Tommy Hearns eran como a las 2 ó 3 de la mañana y la gente se quedaba. Mucha gente de los pueblos me dice que veía mis peleas y de ahí algunos se iban sin dormir a hacer el tambo, y que cuando perdía, lloraban.

¿Qué balance hacés del 2016?

Este año fue muy positivo porque se hicieron como cuatro o cinco gimnasio a mi nombre, en Mina Clavero, en Formosa, acá en San Francisco, en Misiones, Carro Quemado... Tuve muchos viajes este año.

¿Qué te encontrás haciendo en la actualidad?

Hasta hace poco fui secretario de Deportes con Juan Carlos Pastore en Frontera y el día que se fue me fui también yo. Ahora voy al gimnasio a ver los pibes a aconsejarlos a estar en contacto con lo que fui.

¿Qué consejo podés darle a los jóvenes?

Todos tienen que practicar deporte, porque el deporte es sano. Que se entrenen, que no tomen droga, que el que te invita a tomar droga no es tu amigo sino tu enemigo. Que apuesten a la vida y no a la muerte.