Los ciudadanos europeos comenzaron a vivir bajo nuevas restricciones, obligatorias o recomendadas, en el marco de una segunda ola de contagios de coronavirus. De acuerdo al lugar, se puede hablar de confinamientos totales o parciales, limitaciones a la movilidad o toques de queda nocturnos. Dos sanfrancisqueñas que residen en Alemania y España cuentan cómo pasan estos días.

Una de ellas, Pía Gutiérrez Lucantis, se encuentra residiendo en Colonia, Alemania, desde hace dos semanas. Desde allí dialogó con El Periódico y explicó que en el lugar se está viviendo una segunda cuarentena.

“Llegué hace dos semanas. Estoy viviendo en la ciudad de Colonia que queda al oeste de Alemania. Es la cuarta ciudad más grande del país y hoy en día tenemos unos 12 o 15 mil casos diarios de coronavirus. El 2 de noviembre arrancó la segunda cuarentena. Se dice que es una cuarentena parcial porque lo único que cierran son restaurantes, bares y gimnasios. El resto, como supermercados o lugares para comprar ropa o esas cosas están abiertos, obviamente con medidas que dependen del tamaño del lugar. Aparentemente, si todo sale bien, va a ser solo por cuatro semanas”, contó

En su caso, el confinamiento le parece algo “raro” ya que nunca vivió algo similar en los países en donde residió anteriormente. “En sí, la tasa de mortalidad es muy bajita acá. Si bien hay bastante casos, últimamente ha habido un promedio de 15 mil casos por día, no se escucha mucho de gente que este siendo hospitalizada y eso”, reveló.

Luciana Nicolini, quien reside en Barcelona, España, vive una situación similar. “El rebrote comenzó a sentirse hará más o menos 20 días. Empezó el frío y todo empezó como a cerrarse otra vez. Primero se aplicó el toque de queda, que no entiendo bien a donde se apunta, pero significa que podemos transitar en la calle hasta las 22 y después de las 6 del día siguiente. Ahora lo nuevo que lanzaron a partir del viernes pasado son como confinamientos por municipios. A partir del viernes a las 6 de la mañana y hasta el lunes a las 6 de la mañana no se puede transitar de municipios a municipios”, explicó.

Y sumó: “Con eso, el cierre de muchas más cosas que antes. Primero cerraron los bares, pero ahora se cerraron más cosas, no sólo los bares sino también centros deportivos, todas las actividades culturales que en realidad nunca se abrieron. Yo trabajo en un centro de yoga que también se cerró, es decir que no estoy trabajando”.

Humor social

Ambas coinciden en que el humor social no es el mejor en los países en donde habitan. “Por lo que vi este último fin de semana, la gente claramente no está muy de acuerdo porque aprovechó para salir, para ir a tomar café, los bares estuvieron explotados, lo mismo los restaurantes, acá cuando vas a un restaurante tenés que dejar tus datos, por si llega a haber un caso positivo te pueden contactar, pero estos últimos días antes del confinamiento es como que lo dejaron de hacer. Lo que percibo es que es un modo de protesta, como que están enojados con eso”, expresó Gutiérrez Lucantis.

Y añadió: “Igual también es como que fue la última opción volver al confinamiento porque Alemania realmente no quería justamente por la situación económica. Pero debido a que aumentaron los casos un montón y sobre todo donde estoy yo, ciudad que está cerca de Bélgica y Países Bajos y donde hay flujo de gente y muchísimos casos, generalmente no gusta. Pero si todo sale bien va a ser solo por cuatro semanas, porque el último confinamiento fue como de tres meses”.

En tanto, Nicolini reconoció que el ánimo “es denso e incómodo”: “Nadie está de acuerdo con estas medidas. Hay opiniones variadas pero la cuestión es que nuevamente se vuelve a un confinamiento completo, es lo que se habla, de volver a confinarnos completamente a todos. Los ánimos están por el piso, se huele miedo, se huele incertidumbre y desesperación”.

Otras medidas

En cuanto a otras medidas que se vienen tomando, Nicolini resaltó: “Lo que no han cerrado son las actividades escolares. Ya se están viendo casos de problemas psicológicos en niños, graves consecuencias, así que siguen, pero las restricciones laborales son casi completas. Si se transita por la calle en los horarios de toque de queda o los fines de semana en donde hay restricciones tenés que circular con algún tipo de autorización, ya sea por trabajo o porque cuidás a una persona mayor, como en Argentina”.

Por su parte, Gutiérrez Lucantis manifestó: “Acá se pueden utilizar los espacios públicos, como parques y eso. No en todos los barrios se utiliza el barbijo. Sí en los barrios céntricos. Cada barrio tiene un pequeño centro comercial y en cada centro comercial sí es obligatorio el uso del barbijo en la calle. Y sí, por supuesto, el barbijo se utiliza en todos los lugares en donde estas adentro, como adentro del supermercado, la farmacia, el restaurante salvo cuando te sentás en la mesa. Se usa aunque no desde hace mucho, desde hace dos semanas, antes en la calle no se usaba. Con respecto a reuniones también están prohibidas, no más de 10 personas, dentro de la casa. Y las multas son carísimas”.

En otros lugares

Antes de vivir en Alemania, Gutiérrez Lucantis pasó más de un mes en Lituania. “Siempre hubo muy pocos casos de coronavirus. Es un país que enseguida cerró fronteras. Yo viajé en septiembre y como empezó el otoño empezaron los resfríos y algunos casos más de coronavirus, pero es un país donde hubo una de las más bajas tasas de mortalidad. Sí tomaban las medidas del barbijo dentro de lugares cerrados y transporte público. Solamente en Kaunas, que es la ciudad universitaria de Lituania, hubo una mayor cantidad de casos, pero la cerraron y se manejaron así. Yo tenía amigos y nadie conocía a nadie que haya estado contagiado y eso también te da un panorama. De hecho estaba pensando en cerrar de nuevo porque habían subido los casos, pero poco, comparado a Alemania por ejemplo”, detalló.

La joven también vivió en Dinamarca: “Las medidas que se habían tomado eran de usar barbijo en el transporte público, nada más, cosa que no tenía mucho sentido porque si ibas a cualquier otro espacio cerrado no tenías barbijo. Desde ahora sé que en Dinamarca sí se utiliza barbijo en lugares cerrados, pero no en la calle. En Dinamarca también hubo confinamiento, pero no se hablaría de otro”.

Previo a ello, residió durante un año y medio en Suecia. “Jamás se tomó ningún tipo de medida. Sí se respetó el distanciamiento social, por ejemplo en el supermercado, también la cantidad de personas en un lugar, pero jamás se cerró nada. No hubo confinamiento ni uso de barbijo, por lo que la mayoría de las personas en Suecia nos hemos contagiado. Como aumentaron los casos y acá estamos en otoño y es bastante frío, se hablaría en Suecia de un posible confinamiento parcial de gimnasios y bares, es lo que se dice”, contó.

La joven reveló que en Suecia prácticamente todos sus conocidos padecieron la enfermedad. “Para mí era algo súper común que me dijeran que alguien estaba con coronavirus en la casa. Cuando yo salí de Suecia fue raro usar barbijo. Incluso con las noticias que me llegaban de Argentina, no podía creer que la cuarentena fuera tan larga y que no se pudieran juntar y eso, pero salí de Suecia y sí, en el resto del mundo se toman otras medidas”.

En primera persona

La sanfrancisqueña relató que padeció Covid-19 y contó su experiencia: “Es feo, es una enfermedad fea, no es un resfrío común, por suerte lo mío fue súper leve”.

“Hay que cuidarse, no subestimar esta enfermedad, es muy fácil de contagiar, uno nunca sabe bien de dónde se contagia, pero tampoco asustarse tanto, sí tenerle respeto y cuidarse mucho pero no irse a los extremos”, recomendó.