La pandemia impuso numerosos protocolos en distintos rubros que debieron readaptar sus formas de trabajo, entre ellos el servicio fúnebre. La nueva normalidad permite menos horas para despedir a un ser querido y también una menor cantidad de personas dentro de la sala, modificando un ritual muy arraigado.  

No obstante, donde más se siente esta situación es cuando se trata de un fallecido con diagnóstico de Covid-19, lo que implica llevar adelante un protocolo especial. En estos casos, la despedida es mínima. Y este escenario se viene dando desde hace aproximadamente un mes.

Según recuerda César Gabrieloni, gerente de la firma Di Monte S.R.L., la pandemia les generó allá por marzo mucha incertidumbre, no había protocolos y debieron adaptarse los tomados de otros países.

Luego aclaró que con el decreto presidencial comenzaron las certezas: “Fue prohibir un poco las reuniones sociales, en esto incluidos los velatorios. A partir de ahí arrancamos con velatorios más acotados y la Municipalidad emitió una ordenanza también. La gente lo fue aceptando porque en ese momento era todo incertidumbre, no sabíamos a que nos íbamos a enfrentar, todo lo que veíamos era por televisión. Empezamos con velatorios más cortitos, de dos horas, sin utilizar nuestros coches por ejemplo para no juntar a la gente en ese momento”, recordó sobre los primeros meses de cuarentena.

Luego, mientras los casos positivos aparecidos venían a cuentagotas y no había fallecimientos relacionados a la enfermedad, los velatorios se estiraron un poco más, hasta seis horas, a la vez que el personal se fue preparando y capacitando.

“Ahora que estamos en esto, la despedida de un ser querido es fundamental, es cerrar un círculo, y sin embargo la gente lo acepta porque estamos todos involucrados, así que la venimos llevando de esta manera. Y emocionalmente afectados nosotros, el personal, porque se va haciendo todo muy largo, pero la gente lo entiende”, agregó Gabrieloni.

Dificultades

Una de las principales dificultades a sortear fue la ausencia de unificación en los criterios en las distintas localidades y provincias. “Fue todo tan rápido y esto de absorber protocolos de otros lados llevó a que cada provincia, cada departamento, cada localidad tuviera su propio protocolo”, dijo el gerente de Di Monte.

A la vez, sostuvo que esa situación hizo difícil, por ejemplo, la realización de traslados de una provincia a otra: “No sabemos qué nos van a terminar pidiendo. Tenemos todo el orden pero llegamos al límite de una provincia y nos piden un permiso que es exclusivo de esa provincia, o nos piden test negativos, o hisopados”.

Incluso, el hecho de que en otras localidades se permitan más o menos cosas, fue un obstáculo. “En una localidad vecina nuestra, por ejemplo, no hay velatorios. Por más que el fallecido no sea por Covid-19, no dejan velar. Solo organizan el cortejo hasta el cementerio. Entonces no hay algo uniforme en lo cual podamos basarnos. Y cada localidad trata de hacer el bien y de cuidar a su comunidad, tomando medidas dentro de la situación actual, pero eso también dificulta el día a día”, dijo Gabrieloni.

El trabajo en pandemia

Gustavo Rosso, quien se encuentra al frente de la empresa homónima, explicó cómo se trabaja en la actualidad: “Hoy estamos conviviendo con esta enfermedad que ya hace unas semanas que lamentablemente comenzó a llevarse vidas de sanfrancisqueños y gente de la zona, lo empezamos a vivir en carne propia. Lo veíamos por televisión, lo escuchábamos lejos y ya no está tocando de cerca,eso nos ha hecho entender la realidad de esta enfermedad”.

En ese sentido, Rosso agregó que en los servicios de sepelios los cuidados se extremaron. En casos de fallecidos sin Covid-19, los familiares son atendidos en la empresa mediante las medidas de seguridad establecidas por ordenanza municipal. En la sala velatoria no se permiten más de diez personas, las que van rotando, siempre utilizando barbijo y alcohol en gel.

Del otro lado, trabajar con fallecidos con Covid-19 lleva otro protocolo. “Estas personas son colocadas lamentablemente en una bolsa especial, el cuerpo es desinfectado, por lo tanto la familia ya nos los puede volver a ver, no hay servicio de sepelio. Siempre digo una de las cosas más tristes que tiene esta enfermedad es la deshumanización”, señaló, y aclaró que va en contra de lo que se denomina un “duelo saludable” ya que los familiares, que no tuvieron acceso a ver a su familiar en la enfermedad tampoco lo tienen en la sala velatoria: “Es el momento donde entendés que algo ha ocurrido, sabés que es una despedida, pero cuando eso no ocurre tu mente no termina de procesarlo”.

Cabe destacar que, por protocolo, el cuerpo de la persona fallecida y que portaba el virus debe ser cremado o ir a tierra en el cementerio local.

Sobre el final, Rosso lamentó la situación y deseó una pronta salida a este escenario: “Somos una empresa que brindamos servicio y el servicio se da con el acompañamiento y la cercanía, con la palabra de aliento, siempre tratando de respetar a la otra persona y todo eso hoy se vuelve impersonal, lejano. A veces los servicios se tratan telefónicamente entonces se ve resentido el núcleo, la esencia de nuestro trabajo y eso a nosotros realmente nos está costando”.

Fallecidos con coronavirus: lo más triste es la “deshumanización”, dicen desde las empresas fúnebres