Claudia Pinto derrochaba alegría. Quienes la conocían le marcaban su sonrisa, su buena onda constante y sus ganas de ayudar. Llevó adelante una noble tarea en la docencia, llegando a ser directora del colegio Jesús de la Misericordia que Fasta posee en barrio San Cayetano, donde la docente vivía junto a su esposo César Nieto, sus dos hijos, nuera y dos nietas. En la actualidad estaba al frente de la inspección de escuelas técnicas.

Claudia fue una de las víctimas fatales que registró nuestra ciudad con diagnóstico de Covid-19. Falleció el sábado 3 de octubre pasado, luego de pelearla unos 15 días en el Hospital Iturraspe. Hasta el día de hoy, su familia no sabe cómo la mujer de 50 años contrajo el virus. Tampoco en el seno de su hogar conocen cómo cerrar una herida causada por un hecho fortuito: Claudia, mamá y joven abuela, murió sola como los más de 25 mil fallecidos que tiene el país.

Hasta el jueves a la noche, además, el departamento San Justo sumaba 17 fallecidos, de edades variadas. Desde el COE regional San Francisco informaron que se trataba en su mayoría de personas con patologías previas, que los incluía en los grupos en riesgo.

El día a día

César y familia viven horas de mucho dolor. Aunque pudieron despedir a Claudia al menos por unos instantes, ya que el protocolo es rígido respecto a las velaciones de quienes contrajeron Covid-19, sienten que no pudieron estar –también por protocolo- acompañándola mientras peleaba por su vida.

El crudo testimonio de César, quien perdió a su esposa: "Hay que priorizar la vida y actuar coherentemente"
César junto a Claudia, parte de una familia muy unida. 

“Todo empezó un martes a mediados de septiembre con un pequeño resfrío. Calculamos que era una cuestión del cambio de tiempo, una alergia. El jueves siguiente ya Claudia andaba jodida y fuimos al hospital. Enseguida la hisoparon y le dieron el resultado al sábado siguiente. Mientras esperaba, la fiebre le fue subiendo y comenzó a tener mucho dolor en el cuerpo. Tampoco le sentía gusto a las comidas”, narró César a El Periódico.

Finalmente ese sábado le avisan que era positivo el resultado del análisis, aunque la docente ya se había aislado previamente: “Ese fin de semana empezó a descompensarse más, cada vez sintió más dolor. Fue empeorando y el lunes la vinieron a buscar desde el hospital, donde estuvo por dos semanas”.

Nieto recordó que el martes Claudia tuvo una leve mejora: “Nos mandábamos mensajes porque nosotros estábamos aislados también, no podíamos ir al hospital. Mejoró un poquito ese día, pero luego desmejoró otra vez hasta que la tuvieron que poner en terapia intensiva el miércoles y con respirador”. Aunque remarcó que con el correr de las horas los médicos que le brindaban el parte diario le informaron alguna evolución, lo que les permitía tener esperanzas de que se recupere, Claudia volvió a decaer y jamás repuntó.

“Ella peleando por su vida lo hizo sola, los primeros dos días nos mandamos mensajes pero después ya no hubo contacto"

De allí en adelante todo fue angustia al esperar cada día el parte médico vía telefónica con la necesidad de escuchar alguna noticia alentadora: “Nos comunicábamos todos los días y una doctora nos pasaba un parte médico. No podíamos ir al hospital porque estábamos aislados, fueron días terribles. Familiares y vecinos iban a llevarle las cosas pero las dejaban allí, nadie más pudo verla”, señaló con tristeza.

La familia de Pinto no encuentra consuelo tampoco porque, al momento, no conocen cómo contrajo el virus: “Ella trabajaba desde marzo en casa. Puede ser que el contagio vino cuando fuimos al cajero o al supermercado, no había muchas salidas. Yo iba y venía del trabajo a casa. También nos ponemos a pensar si fue alguien que vino a casa en algún momento, pero no tenemos certezas; es incertidumbre todo. Los demás no nos hemos contagiado”, aclaró el marido de la mujer fallecida.

Como una ironía del destino, el día que Claudia no pudo más, el sábado 3 de octubre, la familia salía del aislamiento obligatorio por haber sido contacto estrecho: “Fuimos al hospital, nos dijeron que no podíamos verla. Tipo siete de la tarde nos informan que falleció. Me fui volando otra vez pero más que quedarnos en la puerta no pudimos hacer. No la vimos más desde que la llevamos a internar”, recordó.

Para César lo ocurrido “fue algo inesperado” en una familia que define como muy unida: “Éramos muy compañeros, estuvimos en la Federación de Centros Vecinales, el colegio, la capilla, siempre colaborando”.

Un duelo que no es duelo

A Nieto se le entrecorta la voz mientras recuerda a su mujer y la lucha en soledad para poder ganarle al virus: “Intentamos hacer el duelo, tenemos las nietas que todavía no caen mucho y le damos la atención a ellas y por ahí por un rato pensamos otra cosa. Pero Claudia siempre está presente”, remarcó. Y agregó: “Ella peleando por su vida lo hizo sola, los primeros dos días nos mandamos mensajes pero después ya no hubo contacto. Es difícil, es una enfermedad que puede tener cualquiera, pero nunca imaginás algo así, que termine en muerte. Evidentemente afecta más que otra cosa”, pensó.

Es que –sostuvo- no estaban preparados para semejante tragedia, como el resto de los demás familiares de víctimas fatales. “Cuando hay un familiar enfermo uno puede esperar cualquier cosa. O hay un proceso. Esto fue muy rápido”, insistió.

En medio de tanto dolor, César repara en un detalle: en cómo la despidieron a Claudia en las redes sociales: “Es un aliciente ver los mensajes que le dedicaron, era muy querida, hasta por los mismos alumnos que venían a casa cuando necesitaban algo. Era un gran ser humano y con todos. Siempre de buen humor. A veces yo era un poco más serio y me enojaba por cualquier cosa y ella no, siempre mejorando todo con su forma de ser”.


No es una enfermedad más

César indicó que pese a la muerte de su esposa sigue estando al tanto de las cifras de contagios y fallecidos, aunque sabe que ya no se tratan de un número solamente.

“Siempre tengo presente las cifras, la cantidad de gente que se enferma o escuchás que no hay cuidados. Nosotros siempre nos cuidamos del principio y de paso cuidamos a los otros. Pero veía hacer marchas ‘para ser libres’ y decía ‘esta gente está loca’, cree que se trata de una joda todo esto”, analizó.

Para Nieto “no es una enfermedad más” la Covid-19 y pidió a la comunidad escuchar y hacerles caso a los profesionales: “Hay que priorizar la vida y actuar coherentemente”, pidió, y reflexionó: “Parece que no cambia mucho con las muertes, la gente sigue sin tomar conciencia. Entre nosotros decíamos que no nos iba a pasar y nos terminó pasando”.