“A principio de marzo, y con el comienzo de la pandemia teníamos más de 60 niños a los que les dábamos la comida, ahora ya son 87, más algunas personas mayores que también nos piden. La demanda es importante y la necesidad se nota en las familias”. Así describió el panorama Stella Maris Juncos, al frente del espacio Compartiendo Sueños en barrio La Milka, que ayuda las personas con un módulo alimentario.

Con la confirmación que la pobreza en el país se disparó, que alcanza a cuatro de cada diez argentinos, desde las organizaciones que brindan asistencia alimentaria para aliviar el hambre a los sectores más vulnerables de San Francisco, Frontera y Josefina, reconocieron a El Periódico que la demanda de ayuda viene en constante crecimiento.

Tanto desde el espacio Compartiendo Sueños, Merendero La Amistad de Frontera como desde el Comedor y merendero Color Esperanza, coincidieron en el crecimiento de raciones y pedidos de ayuda y en la baja significativa de las donaciones por parte de la comunidad.

Con cuidados

Compartiendo Sueños, va a cumplir el próximo año 9 de servicio ininterrumpido a la comunidad educando y conteniendo en la actualidad a 87 niños, sin embargo, con los últimos brotes de contagios, sus voluntarios decidieron entregar las viandas de forma particular y cerrar el espacio por precaución.  

“El domingo pasado cerramos por un tema preventivo por el aumento de casos, pero igual entregamos la comida. Estamos viendo cómo toda esta situación para analizar si abrimos o no. Lo que buscamos es para resguardar a los niños y sus familias y a los voluntarios también”, contó Stella Maris.

Y luego agregó: “La demanda en los últimos meses aumentó lamentablemente, también de parte de personas adultas. Y en nuestro espacio como también entregamos ropa, notamos que hay falta de calzados en los niños, todo está tan caro y es poca la gente que ahora está donando ropa. Esto es ir día a día”.

Referentes de merenderos y comedores sociales aseguran que “viven al día”

Se multiplica el trabajo

Merendero La Amistad de Frontera, entrega alrededor de 120 raciones los lunes, miércoles y viernes y en cada jornada aparece gente nueva pidiendo llevar una vianda.

“Estamos al día con las cosas, pero trabajamos a más no poder para no dejar de brindar el servicio”, aseguró Gonzalo Giuliano Albo.

Para el profesor de historia y voluntario de la organización fueron problemáticos las apariciones de los casos positivos de coronavirus en Frontera y San Francisco: “Fueron sacudones que hicieron cerrar provisoriamente y en algunos casos, permanentemente, a algunos merenderos. Y por ello algunos colaboradores o voluntarios que tienen familiares de riesgo, tomaron la decisión de retirarse y resguardarse, que es totalmente entendible. Entonces merman los brazos necesarios para el trabajo y estamos redoblando los esfuerzos. Sumado a esto aumentan los pedidos de raciones, lo que significa que la mercadería y el gas dura menos y hay que salir a buscar más, pedir, gastar, pasar más horas de tiempo y tratar de satisfacer las necesidades, es complicado”, graficó.

Referentes de merenderos y comedores sociales aseguran que “viven al día”

“Hay que cuidar y saber administrar la mercadería”

El Comedor y merendero Color Esperanza- Calle 1 al 3085- funciona desde hace tres años y todos los sábados de 12 a 13.30 entrega entra 100 a 130 viandas de comida. Ismael, uno de los impulsores junto a su señora, también reconoció que las donaciones de mercaderías disminuyeron en el último tiempo.

“Estamos con lo justo con las donaciones, nos queda poca mercadería, hay que cuidarla y saber administrarla. Pero es una realidad que bajaron un montón las donaciones.  Este es un grupo de 10 personas y cada uno la lucha para conseguir lo que se pueda de distintos lugares”, manifestó.

Al igual que el espacio de La Milka, ante el aumento de los contagios, Color Esperanza también decidió no hacer las viandas y entregar bolsones con alimentos y mercadería.

“Coincidimos en que era más práctico y rápido funcionar por ahora de esta manera. Veremos cómo siguen las cosas para volver a cocinar y preparar las viandas, pero por el momento creemos que es la mejor forma de cuidar a la gente y a nosotros mismos”, sostuvo.

Mientras los merenderos y comedores populares hacen malabares para no dejar de asistir a la gente más vulnerable, organizaciones como la Red Solidaria ya trabaja para lanzar nuevas campañas y poder abastecer a dichos espacios.

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