Las cifras que se reportan en el seguimiento diario de la evolución de la pandemia de coronavirus no son buenas en Argentina ni en Córdoba. Los contagios se cuentan cada día en varios miles y las muertes por COVID-19 en al menos dos centenares. Y es evidente que esto no ayuda en nada para terminar con las restricciones que impone la cuarentena en la vida diaria.

La situación no es fácil de sobrellevar para nadie. Los problemas son muchos y no todos los sufren por igual. La cuarentena cambió la vida de todos y si bien las restricciones son mucho menores ahora sigue causando dificultades de todo tipo. Pero lamentablemente los contagios siguen ahí y también las muertes, que van en aumento, por lo que la vuelta a la normalidad parece cada vez más lejana. Y hasta que no aparezca la vacuna, la realidad es que la única manera que hay para que la situación no se descontrole es cuidarnos con las medidas de prevención que ya todos conocemos. 

Claro que muchos se sienten cansados o angustiados por no poder ver a sus familias, por los problemas económicos que atraviesan o por no poder hacer la vida que tenían antes. Como ya hemos indicado en estas páginas, las cosas no van a ser vistas igual por aquellos que tienen ingresos asegurados que por quienes perdieron sus comercios, su trabajo o pasan muchas dificultades.

En una ciudad con pocos casos, el riesgo de reunirse con otros para algunos no parece tan bravo. Pero también sabemos que las cosas pueden cambiar en pocos días y cabe preguntarse si vamos a ser parte del problema o de la solución. Porque lo que vienen insistiendo las autoridades sanitarias a cargo de la gestión de la pandemia es que la gran mayoría de los contagios no se están produciendo en las actividades permitidas bajo protocolos (el día a día en trabajos, comercios o industrias) sino en reuniones sociales, ahora no permitidas, en donde es común que se relajen medidas de protección como el uso de barbijo o el distanciamiento social.

Así, con cada nuevo contagio la lista de personas a rastrear, contactar e hisopar es cada vez más amplia porque los contactos son cada vez más. Y las posibilidades de que esas personas estén contagiando a otras sin saberlo aumenta. Y el problema mayor es cuando ya no puede saberse cómo ocurrieron los contagios.

Una pandemia no es un problema de uno, del vecino o del gobierno de turno, sino de absolutamente todos. Nuestra libertad para hacer lo que queremos también tiene límites, porque, como en toda sociedad, lo que hacemos puede afectar a los demás. Podríamos preguntarnos dos veces si no podemos esperar para esa fiesta o ese cumpleaños. Si tiene sentido manifestarse apretado en la calle con otras cientas de personas en medio de una pandemia. Hay mucha gente trabajando también para apagar este incendio. Hay muchos trabajadores de la salud expuestos cada día. Hay mucha gente que perdió familiares. Si crecen los contagios, más difícil va a ser la situación para todos. Y como al comienzo, podemos preguntarnos si vamos a ser parte del problema o de la solución.

Faustino Rizzi
Jefe de Redacción El Periódico