Se estima que entre San Francisco, Frontera y el barrio Acapulco (Josefina), se pueden contar más de 30 mil motociclistas que circulan por las calles cada día.

Según datos aportados a El Periódico en 2017 desde la Secretaría de Gobierno municipal, sólo en San Francisco hay registradas unas 28 mil motos, contra 33 mil autos, camionetas y camiones. Es decir, si calculamos que en la ciudad hay alrededor de 70 mil habitantes, podría decirse que 4 de cada 10 ciudadanos tienen una moto. Y a esta cantidad hay que sumarle unas 8000 registradas en Frontera, con lo cual circulan por nuestras calles y la ciudad vecina unos 36 mil motovehículos. Y a esto hay que sumarle las que no están patentadas, si bien hoy son las menos.

La moto, entonces, se convirtió en los últimos 15 años en el vehículo familiar por excelencia, aunque no sea su función y con los riesgos que conlleva. Para ello hubo varios factores que ayudaron a lograrlo: el bajo precio para adquirirlas, la financiación en cuotas y un menor costo de mantenimiento que el auto. La contracara, la cantidad de accidentes de tránsito (muchos de ellos graves) y de personas heridas diariamente por esta causa.

La bicicleta, en cambio, se va imponiendo de a poco. Pero a nivel general aún se la toma como un vehículo deportivo y recreativo que de utilidad diaria para moverse. Sus beneficios son muchos y por eso hay que proponerlas, incentivar su uso al margen de preparar el terreno para recibirlas.

La Municipalidad piensa en el futuro cercano una ciudad más sustentable, ecológica, donde el transporte urbano de pasajeros cambie y las bicicletas se impongan. ¿Será posible llegar en 15 minutos de una punta a la otra? Esa es la idea.

Estamos en un momento justo para poner a prueba proyectos que impliquen cambios de hábitos, algo que la pandemia ya está haciendo desde hace cien días.