A la vera de la ruta provincial N° 1, justo enfrente de la estación de ómnibus de la pequeña Luxardo, "El Carrito de Cachito", un tradicional local de venta de minutas al paso para camioneros y viajantes, continúa vigente y funcionando casi inmune al violento hecho que se desató allí hace tres años, cuando su propietario, Jesús Ernesto “Cachito” Camisassa (71), fue atacado brutalmente en un episodio que le costaría la vida meses después.

Claudio Camisassa es quien se puso al frente del negocio que cuenta con más de 20 años de trayectoria. Es el mayor de los cuatro hijos de la víctima. Si bien el local estuvo un tiempo cerrado tras el hecho y luego alquilado para que lo exploten terceros, la familia de “Cachito” decidió que debía ser alguien de la misma sangre quien continuara el legado de su padre.

“El carrito estuvo seis meses cerrado mientras mi papá se encontraba en coma después del hecho, nadie estaba de ánimo para atenderlo. Cuando falleció, mis hermanos me fueron diciendo que alguien tenía que seguir los caminos del ‘viejo’. Justo yo había quedado sin trabajo y con mi compañera decidimos continuarlo”, cuenta Claudio a El Periódico a horas del inicio del esperado juicio que comenzará el próximo lunes en Tribunales de San Francisco y donde hay un solo sospechoso de haber atacado al comerciante, Darío Daniel Álvarez, imputado de homicidio en ocasión de robo.

Es que la familia reconoce la trayectoria que tenía el lugar, a quien “Cachito”, pese a sus 71 años le dedicaba varias horas del día para atenderlo. Era su otra casa.

En el medio, mientras Claudio cocina y atiende, palpita lo que será el lunes, lo que le genera ansiedad y nerviosismo a toda la familia: “Estamos ansiosos, tristes, se nos viene todo lo vivido, hasta acá llegamos y queremos el final. Fue duro, tres años que no nos daban bola, que las pruebas no llegaban y en estos días previos se remueve todo”, analiza. Y agrega, preso de la emoción: “Es difícil, pero queremos que esto termine y tengamos justicia”.

El “carrito de Cachito” sigue vigente mientras su familia clama justicia

El mayor de los Camisassa apuntó a que durante todo el proceso de investigación hubo fallas en la recopilación de pruebas y testigos: “Uno atendiendo el negocio se fue enterando de cosas serias y ya no podemos hacer nada, porque hubo fallas en el medio de la investigación que hicieron que falten pruebas. Se cayeron varios testigos, personas que no quisieron involucrarse no sé si porque recibieron amenazas o cuál fue el motivo. Yo tengo la espina de que este chico no lo hizo solo, sino que hubo cómplices. Ahora esperemos que todo salga bien y no lo absuelvan”, remarca.

Negocio con tradición, pero con agregados

Camisassa cuenta que la intención de la familia fue continuar la trayectoria del negocio que desde siempre ofreció minutas y sándwiches al paso, aunque decidió agregarle algunas variantes al menú como comida al plato, pastas, lomos y papas fritas.

“No daba para hacerle muchos cambios porque él -por su padre- ya había acostumbrado a su gente así. La clientela está hecha desde hace muchos años, la ruta es lo que más gente trae y después hay clientes de la Colonia, de los tambos y del pueblo que vienen todos los días”, comenta mientras atiende a su clientela en el mediodía del último miércoles.

En el carrito también se hacen tortas fritas y panes caseros durante las mañanas y anexaron algunos productos esenciales para los viajantes, como azúcar, yerba y demás productos y mercadería para el mate.

El “carrito de Cachito” sigue vigente mientras su familia clama justicia

Ganarse el lugar

Para Claudio no fueron fáciles los primeros meses a cargo del famoso negocio: “Estar en un pueblo no es fácil, más cuando venís de la ciudad. Te tienen que aceptar y gracias a Dios tuvimos la aceptación y la respuesta de la gente. Al principio no fue fácil. Hubo un tiempo en que me sentía observado y las comparaciones eran constantes. Soy muy parecido a mi papá pero no soy igual”, subraya.

Ante las restricciones por la pandemia del coronavirus, tuvo que adaptarse al protocolo de la Comuna de Luxardo y las únicas personas que pueden entrar al local a comer son clientes del pueblo o allegados; por el momento a los camioneros y viajantes se los atiende por la ventana.

Pese a esto, el interior del local donde se despliegan varias mesas siempre está ocupado por gente del pueblo que desde hace años almuerza o cena en el lugar. “Después de tantos años mi viejo acostumbró a sus clientes y él lo mantenía todo el día abierto. Entonces ese servicio hay que seguir brindándolo, el camionero o viajante que pasa sabe que a las 15 a las 17 o a las 23.30 va a poder comer. Y eso hace que la persona siempre vuelva”, destaca Claudio.

El carrito abre de lunes a lunes, con los feriados incluidos, de 9 a 23.30 o hasta la 1, según lo permite el protocolo del pueblo contra la Covid-19.

“Lo que más duele es que él -por Cachito- estaba sano cuando lo atacaron pese a sus 71 años, tenía mucha vida por delante y por eso aguantaba tantas horas acá adentro. Él se manejaba mayormente solo, aunque Graciela, su pareja, y otra chica lo ayudaban. Dos días antes que le pase eso, estuve charlando con mi viejo y habíamos decidido trabajar juntos. Pero nunca lo pudimos hacer”, recuerda Claudio con nostalgia.  

El “carrito de Cachito” sigue vigente mientras su familia clama justicia
Algunos de los comensales del pueblo que nunca faltan. 

Especialidades y confianza

Claudio cuenta que la especialidad de su padre en su carrito era el sándwich de patynesa: “Era lo que más le pedían, le salían espectaculares. Ahora el fuerte nuestro es el lomito, que lo hacemos muy bien”.

Sobre el trato de su padre con los clientes, señala: “Tenía su carácter, era muy dado para la gente. A veces se sentaba en un rincón cuando no había gente y se quedaba dormido. Entraban los clientes y se servían y lo despertaban. Era tal la confianza que había, que así se manejaba”.

El “carrito de Cachito” sigue vigente mientras su familia clama justicia
Una de las fotos del interior del local, muestran a Cachito fuera de su carrito. 

El hecho

"Cachito" Camisassa fue hallado malherido en la tarde del 27 de abril de 2017 por empleados de la Dirección Provincial de Vialidad, que realizaban trabajos de bacheo en la ruta provincial 1. Había sido atacado a golpes en un supuesto robo y nunca pudo recuperarse de las severas heridas sufridas en la cabeza. Falleció casi cinco meses más tarde, el 25 de septiembre.

Por el hecho hubo al menos dos sospechosos detenidos, uno de ellos liberado por falta de pruebas, mientras que el segundo, Darío Daniel Álvarez, fue apresado en junio de 2018. La investigación la llevó adelante la fiscal Leonor Failla.

El juicio comenzará alrededor de las 9 del próximo lunes 13 de julio. Contará con jurados populares y al menos la declaración de 15 testigos por ambas partes.