La Municipalidad de San Francisco decidió prorrogar hasta diciembre la concesión del servicio de transporte urbano de pasajeros con la empresa Autobuses Santa Fe, garantizando el servicio cuando se retome el ciclo escolar presencial en las escuelas de la ciudad, que será entre fines de julio (docentes y no docentes) y agosto (alumnos). La decisión es muy necesaria para los vecinos y, por ahora, va más allá de quien cumpla esta tarea.

¿Por qué? Debió pasar al menos una década para que San Francisco recupere el transporte público. Fue en el año 2004, cuando arribaron los colectivos desde Italia en la gestión del radical Hugo Madonna. Lo mejor de su llegada fue ofrecer nuevamente un servicio destinado a trabajadores, estudiantes y adultos mayores, aunque no resultó como se esperaba debido al pésimo estado de las unidades donadas desde el Piemonte. “A caballo regalado…”, habrán pensado.

Sería luego el mismo Madonna, tres años después, quien hiciera el primer contacto con Autobuses Santa Fe, a la cual le alquiló seis minibuses. La relación entre esta empresa y el municipio continuó con los gobiernos justicialistas de Martín Llaryora e Ignacio García Aresca, siendo este último el que el pasado 16 de mayo no renovó el contrato que se vencía. Por la pandemia del coronavirus, desde el 13 de marzo no se prestaba el servicio en la ciudad, fundamento para la decisión, lo que implicaba un ahorro importante para las arcas municipales en momentos de baja recaudación económica. Más de 700 mil pesos en un mes.

Vuelta atrás, pero con obligada visión a futuro

Datos provistos por la Secretaría de Gobierno indican que en 2019 se cortaron unos 1.800 boletos por día, casi 800 más que en 2018, por lo que el uso del colectivo marcaba un crecimiento. Además, el año pasado fueron unos 600 estudiantes los que gestionaron el Boleto Educativo Gratuito (BEG), y unos 130 jubilados el Boleto del Adulto Mayor (BAM). En definitiva, casi la mitad de quienes utilizaban el servicio viajaban con estos beneficios.

Quizás esta situación hizo repensar al Gobierno municipal una vuelta por seis meses del servicio, sabiendo que desde el Ministerio de Educación de la Nación daban por hecho la vuelta a clases en un mes. ¿Cómo se iban a trasladar todas estas personas?

La decisión es positiva porque el transporte público de pasajeros no es un servicio cualquiera, sino que está destinado a los sectores populares y no tenerlo era un problema importante para muchos vecinos en una época donde la crisis económica impacta en gran medida.

El regreso de los gigantes amarillos y blanco a las calles, ahora, deberá plantearle al Gobierno municipal el desafío de volver a diagramar este servicio a las claras oneroso para la utilización que se le da. Repensar el recorrido de las distintas líneas, las frecuencias y el tipo (tamaño) y cantidad de vehículos que prestarán el servicio se vuelve clave también para no seguir dañando el deteriorado adoquinado ni las demás arterias.