Hace unos días Paula Moyano (39) recibió una noticia que la emocionó: ser elegida para portar la bandera argentina en la escuela primaria para adultos "J. B. Iturraspe". Eso le generó un llanto emotivo y de alegría, pero también sus lágrimas llevaron consigo cierta impotencia porque los malos recuerdos volvieron a rondar por su cabeza. Esos que cada día busca superar y de a poco consigue.

Le avisaron de la novedad a su teléfono, mientras cocinaba acompañada de dos de las personas más importantes hoy a su lado: “Jamás en mi vida me lo imaginé, me llegó un mensaje de texto que leí y compartí con Susi, la chica que me enseña, y con mi hermana. Y ella me decía ‘te eligieron de abanderada’ y yo no entendía. Cuando me acuesto entré en razón de qué se trataba. Y lloraba porque me acordaba de muchas cosas feas de mi infancia”, narra a El Periódico sobre ese momento la estudiante transgénero nacida en Arroyito pero que desde hace un tiempo reside en Frontera y cursa sus estudios en San Francisco.

Se alejó de las burlas y la soledad para empezar de nuevo en otro lugar
Paula portando la bandera.

Su arribo a la vecina ciudad –reconoce- fue para llenar un vacío: la soledad. “Acá tengo amigas que conozco de toda la vida. En Arroyito se me hacía difícil porque era yo sola. No me animaba a estudiar, no me animaba a muchas cosas. Me decían ‘venite para acá que no te vas a sentir sola’. Y mis amigas me decían de empezar la (escuela) nocturna”, recordó y aclaró: “Allá sufrí mucha discriminación y burlas, y de eso me queda un poquito”.

De hecho, recordó haber buscado trabajo, aunque sin éxito. “Fui a un centro vecinal con una amiga a averiguar qué había para aprender, buscaba peluquería u otra cosa. Pero había para hacer cuadritos de cerámica y no me interesó. Cuando me di vuelta estaban a las risas. Existe eso en Arroyito, algo que acá no veo porque somos muchas y como que la gente es totalmente diferente. Allá es muy chiquito y siguen con esa mentalidad”, lamentó.

Falta de apoyo

Paula reveló que hubiera necesitado el apoyo de su familia en su infancia y adolescencia. Pero la mala relación con su madre y el suicidio de su padre la llevaron por otros caminos, obligándola a dejar la escuela.

“Nunca tuve apoyo de mi familia, y muy poco ahora. En mi infancia, puertas cerradas siempre. No era fácil tener un primo, prima, nieto o nieta trans”, remarcó.

Luego relató una parte más cruda: “Me daba bronca porque en mi infancia si tenía una mala nota eran palizones; palizones que iban y venían. Pero no aprendía porque nunca me enseñaban en mi casa a hacer nada más que ir al colegio. Y además del colegio sabés que en casa te tienen que ayudar. Y yo no tuve ese apoyo”, recordó y afirmó: “Con la muerte de mi padre me escapé”.

Si bien reconoce que le cuesta estudiar, Moyano señaló que ahora sí tiene el ánimo para hacerlo. “Me dan muchas ganas, sola es como que pienso en las tablas y me van saliendo sin leer. Pero antes nunca hice nada. Opté por la calle, que era lo más fácil porque me cerraron las puertas de todos lados. El colegio te abre la cabeza”, aseguró.

Un accidente y una marca para toda la vida

Hace cuatro años, Paula protagonizó un grave accidente de tránsito que le provocó un clic, ya que cambió su forma de pensar y de vivir.

“Después de eso ya no era la misma de antes. El accidente fue hace cuatro años, provocado por las cosas que genera la calle, las drogas, las adicciones. Andaba mucho en eso y me pasó lo que me tenía que pasar. Dije ‘bueno, basta de joda, a hacer otras cosas más sanas’”, contó.

La nueva vida trajo al presente la escuela y la posibilidad de trabajar en una casa de familia, aunque su objetivo es obtener un empleo de tiempo completo. “Sigo por un buen trabajo, un recibo de sueldo en blanco como todos queremos. Eso me hizo cambiar y salir de la calle”. Claro que terminar la escuela se encuentra entre sus prioridades.

“Voy a seguir estudiando, voy a terminar y seguir la secundaria y a esperar que salga algún trabajito y vivir de eso, estar tranquila en casa y nada más”, comentó.

Los nervios del regreso a la escuela

Paula sostuvo que los primeros días de clase sintió “muchos nervios” porque todo le hacía recordar a su infancia. Pero que de a poco se amoldó y hoy aprende matemáticas, lengua y ciencias.

Sin embargo, no todo es color rosa a nivel escolar. La cuarentena decretada por el avance del coronavirus hizo que se replantease, al menos dos veces, abandonar el colegio. “Estuve a punto de abandonar porque no es fácil que me manden la tarea por celular. Yo no sabía cómo expresarme, por más que quisiera hacerla ¿a dónde buscaba? No es fácil, por algo me había anotado al colegio, porque sola no iba a aprender”, refirió.

Pero la dueña de la casa donde vive, y una de sus mejores amigas también, la instaron a seguir: “Empezó a venir a casa, me dijo ‘yo te ayudo así aprendes’. Y seguí, y me quedé gracias a ella. Y sigo aprendiendo”.

En la actualidad, comentó que recibe mucha ayuda del Centro Trans, de sus compañeras, de sus hermanos y de la dueña de la casa donde reside.