El 2020 para muchas personas fue un año bisagra y el caso de Jorge Quattroccolo es uno de esos. En esa época empezó un curso para aprender a hacer cerveza artesanal que terminó siendo por Zoom debido a la pandemia, pero eso le dio un toque especial a su empeño de ser un maestro cervecero.

El curso estaba a cargo de Christián Orellano Herrera que lleva 18 años en el mundo de la cerveza artesanal y que con hablar pausado y paciencia halló en Jorge un alumno entusiasta y persistente que tenía deseos de aprender.

Así nació la relación comercial de Jorge y Christián que pasó de un curso, un WhatsApp pidiendo asesoramiento hasta escalar a la fabricación de “Laus”, la primera cerveza artesanal hecha en Quebracho Herrado, localidad distante a pocos kilómetros de San Francisco.

Sobre aquel recuerdo, Jorge contó a El Periódico: “Me anoté en un curso y el profesor era Christián. Después cuando empecé a hacerla de forma casera y se me quemaron un poco los papeles le mandé un mensaje y pensé que no iba a atender. Me contestó, asesoró y salió bien la cerveza”.

Una prueba llevó a la otra y en determinado punto el hombre nacido y criado en Quebracho consideró que había llegado al punto ideal y ahí surgió la idea de que la bebida se convierta en algo más que un hobby personal. Su socio Christián detalló que, con la decisión de emprender, él que tiene más experiencia lo vio viable y se sumó. 

“Es un orgullo poder producirla en Quebracho porque me crié y viví siempre ahí, además es la única”, agregó con orgullo. Por eso eligió un comedor cuyos propietarios son de su pueblo para hacer la presentación.

Las variedades de la cerveza quebrachense.
Las variedades de la cerveza quebrachense.

Un gran momento

Christián resaltó que producen más de 10.000 litros mensuales y con casi tres años de vida el emprendimiento fue expandiéndose en la región. “Hace 18 años que estoy en esto, hoy la cervecería artesanal está en su mejor momento, llegamos a ocupar un 5% del mercado y eso es un montón para solo 20 años cuando empezó el crecimiento”, explicó.

De inmediato acotó que eso no significa que la bebida en su formato comercial desaparezca, en realidad se trata de mercados diferentes. “No va a superar a las comerciales, pero la proyección es llegar a un 20% del mercado que se puede crecer para las cervecerías artesanales. Hay cervecerías con una gran producción que empezaron haciéndolo en un garaje, por ejemplo”, destacó.

Desde ese punto de vista aseveró que “el gusto de la gente cambió y creció de tal forma que en cierta manera hizo el mismo camino que el vino nacional desde los años ’80 a la actualidad”.

Ingeniero Químico y cervecero: otro fabricante que se impone en Freyre

En Freyre existe un proyecto similar que comenzó también en un espacio reducido. El éxito obligó a ampliar la planta de fabricación y hoy se producen como mínimo 12 mil litros de cerveza mensuales. Esta es la historia de Nicolás Gilli, un ingeniero químico graduado de la UTN Facultad Regional San Francisco.

Tras un paso por una empresa familiar, los comienzos de Gilli lo encontraron en una industria láctea, como obrero en punta de línea. “Cuando me estaban por ascender la empresa quebró y se fundió. Ese fue el puntapié para buscar un emprendimiento. Y se me dio esto de empezar con la cerveza”, reveló.

Junto a un socio Julio Bertotti comenzaron tímidamente hasta que lograron avanzar en la profesionalización y así se consolidó la cerveza “Medalla”. Gilli decidió, además, empezar un posgrado en la Universidad Nacional del Litoral: la especialización en elaboración de cerveza y micro cervecería. “Nos ayudó a capitalizarnos. Fuimos adquiriendo cada vez más equipamiento”, enfatizó.

Así fue como se asociaron con dos personas más, Martín y Joaquín Galaverna, y la cervecería pasó de ser un hobby a un emprendimiento con otras dimensiones. En su caso dentro de la misma fábrica tienen el impulso de un bar que midió un poco el avance del proyecto cuando las ventas fueron incrementándose.

Cuando comenzó a incursionar en el mundo de la cervecería entendió que él tenía una ventaja al ser ingeniero químico. “Cuando hice el primer curso de cervecería lo hice con personas ajenas a la química, que no conocían, por ejemplo, lo que era el pH. Todos estos conocimientos, que por ahí los tenés muy desperdigados en la cabeza, cuando tenés un objetivo vienen, se juntan, los terminás aplicando y se nota mucho la diferencia”, señaló.

Graduado de UTN San Francisco abrió cervecería en Freyre que no para de crecer