A la vera del ferrocarril Belgrano, casi en la esquina de Jonas Salk al 900, el reconocido artesano damasquinador de San Francisco Aldo Bonino fue el artífice de la increíble transformación de un espacio que era usado como minibasural a un hermoso bosquecito de plantas y árboles autóctonos.

Este oasis verde, que alguna vez estuvo plagado de basura y objetos de todo tipo que otros arrojaban, se ha convertido en un refugio para la naturaleza y un lugar para que los vecinos disfruten y aprendan.

Hace varios años, el artesano decidió tomar cartas en el asunto ante la deplorable situación que afectaba el espacio que linda con su vivienda. Armado de pasión por la ecología y tras mucho estudio e indagación, comenzó un arduo trabajo para transformar el lugar. Bonino recogió escombros, llenó tres contenedores de basura y así dejó el terreno listo para su renacimiento.

El “bosquecito de Aldo” se erige justo frente al jardín creado por el desaparecido Avelino “Tofito” Sufía, espacio que en la actualidad mantienen los vecinos del sector, comprometidos con el recuerdo del docente y con el medioambiente.

“Cuando me vine a vivir acá -contó Bonino a El Periódico-, esto era todo un montón de mugre. Y esta es mi ciudad, si la quiero tengo que cooperar también con la limpieza. Empecé a limpiar, saqué tres contenedores de basura y como investigué mucho sobre maderas, me dije que podría empezar a armar un bosquecillo de plantas autóctonas y así empecé a conseguir árboles, plantas y a muchos los hice germinar desde las semillas”.

Cada especie tiene su cartel identificador.
Cada especie tiene su cartel identificador.

Bonino comentó que su intención fue conseguir árboles y plantas que sean autóctonos, algunos de ellos que no se observan en las calles de la ciudad como la Guayubira, el Guayacán o la Tusca: “Por lo que di vueltas no he visto de esas especies en la ciudad, los demás son comunes de encontrar como el algarrobo, el aromito, la araucaria, el ceibo”, sostuvo. 

Y agregó: “Esto es un terreno del ferrocarril y hay otros vecinos cuyos patios colindan con las vías. Hablé con ellos, les conté sobre cuál era la intención y si no les importaba que yo cortara el césped y mantenía el lugar, ellos encantados”.

Con cartelería

Cada planta y árbol fue meticulosamente identificado con carteles que muestran su nombre común y el científico, de tal manera que el “bosquecito de Aldo” brinda también una experiencia educativa para los visitantes.

“Lo hice con un fin educativo porque la gente por ahí no sabe y desconoce los árboles y plantas nativas. Los carteles los hizo mi hijo con una máquina de corte pantógrafo”, comentó.

Por lo tanto, en sus casi 100 metros de largo por 2,5 de ancho de bosquecito, cada ejemplar está identificado, salvo aquellos de los que plantó dos ejemplares. Por esto, es que Aldo no recuerda qué cantidad de especies tiene en el lugar.

Sin embargo, explicó: “Acá también era lugar donde se escondían cosas que robaban, las tiraban acá y después las buscaban. Te tiraban hasta animales muertos, residuos de comida, lo que vos te imaginaras. Con el bosquecito quise evitar un poco todo. Por suerte, hay gente que viene y se sienta a tomar mates, como también están los otros que pasan y rompen una planta, o ven una flor y la arrancan, provocando daños”.

En este sentido, contó que tenía plantado un cactus de alrededor de un metro y se lo robaron con raíz y todo: “Así como están aquellos que disfrutan esto, están los otros que se aprovechan”.

Por este motivo, Aldo decidió colocar una iluminación que proviene de su vivienda, no solo como prevención para evitar destrozos en el lugar, sino también para seguridad de las personas que cruzan por las vías.

Aldo, el artesano que aporta al medioambiente: armó un pequeño bosque donde había un minibasural

Creando un ecosistema

Las plantas y árboles atrajeron la atención no solo de los vecinos, sino también de diversas especies de aves que convergen en ese amplio espacio que cercano al jardín de “Tofito” y de otros vecinos que también mantienen otros espacios cuidados y con algo de vegetación. Alentaron a que una banda sonora de aves y otras especies se establezcan en ese rincón verde a los costados de las vías.

“De a poco los pájaros empezaron a acercarse a comer las semillas de los árboles. Aparecieron pájaros que uno normalmente no veía. Dan vuelta porque ven árboles autóctonos que son sus refugios, su lugar”, explicó el hombre.

Luego, Bonino reflexionó: “La gente me felicita por colaborar con el medioambiente, pero yo creo que todos podemos hacerlo desde nuestras casas, con un poco que hagamos a diario. No es necesario plantar un árbol, con separar los residuos domiciliarios ya empezamos. Nos falta mucha educación en cuanto a eso”.

Y añadió: “A veces la gente se queja de que el municipio es sucio, yo digo que el municipio no es sucio, es un ente que se tiene que encargar de recolectar residuos y todo lo demás, pero nosotros somos los responsables de no tirar basura en la vía pública, de cuidar nuestra casa y los alrededores, es algo simple, un poco de empatía”.

Consultado sobre si le gustaría ampliar el bosquecito hacia otro sector de las vías, el hombre fue contundente: “Es bastante lo que tengo que prefiero tratar de mantener esto lo mejor posible. En verano tengo que cortar el césped todos los sábados o domingos y ya tengo más de dos horas de trabajo con la motoguadaña. Ya es mucho tiempo y el tiempito que me sobra prefiero usarlo para dar vueltas acá y disfrutarlo”.

De todos modos, aclaró que tiene otras tantas plantas y árboles autóctonos para trasplantar a su bosque y que estudia dónde colocarlos. Sin dudas que “el bosquecito de Aldo” no solo ha cambiado la apariencia de un espacio abandonado, sino que ha generado un impacto positivo en el medioambiente y ese sector de la comunidad, por ello que su mensaje de conservación y respeto por la naturaleza se fortalece.

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