Todos los días pasan cientos de personas a su alrededor y seguramente dan un suspiro de alivio cuando les da su sombra, pocos conocen que ese placer es gracias a un enorme aguaribay con más de 100 años de vida.  

Ubicado en la esquina de Bv. 9 de Julio y Fleming este árbol perteneció en algún momento a la familia del ex intendente Raimundo Cartier. Sus descendientes ya cedieron la propiedad a otros inversores de San Francisco. Incluso hasta hace poco tiempo atrás el árbol estaba junto a una empresa de servicios médicos.  

Este “árbol de la pimienta” – como también se lo conoce - ha estado mucho tiempo pasando desapercibido en la ciudad y ostenta un gran tamaño. También es resiliente dado que se recuperó de una poda inadecuada en sus grandes ramas años atrás.  

Se ha transformado, como pasó con el algarrobo blanco de calle Perú, en un tesoro natural de la historia de la ciudad. A diferencia del que está en la plazoleta, este no tiene ningún tipo de protección, pero la situación es similar porque han quedado dentro de terrenos privados.  

Una joya natural 

Hugo Villarreal es agrónomo especializado en cultivos, parquizaciones y forestación. Sabe “un poco” (como dijo sonriendo) de especies naturales y de inmediato se emocionó cuando El Periódico le comentó del aguaribay.  

No recuerda que haya otros tan antiguos en la ciudad. Uno de los más conocidos estaba en la plaza Vélez Sarsfield, no obstante, ya no existe más desde aquel temporal de 2018 que causó estragos en la arboleda local.  

“Por naturaleza es un árbol que vive mucho, depende de las condiciones climáticas, pero es resistente, tolera las heladas, tiene que tener suelos sueltos. Lo puede afectar el agua si sus raíces están mucho tiempo sumergidas en el agua. Este ejemplar es uno que quedó, puede haber otros añosos, pero no tanto así”, dijo Villarreal.  

El aguaribay también es conocido como "árbol de la pimienta".
El aguaribay también es conocido como "árbol de la pimienta".

Distinto 

El agrónomo explicó que en la ciudad aun quedan árboles autóctonos, aunque no tantos claro. En este aspecto opinó que “lo ideal sería hacer un control de la no extracción de estos árboles porque son los que mejor se adaptan a las condiciones climáticas que de la zona”.  

Asimismo detalló que el árbol tiene dos variantes: “Hay dos especies de aguaribay, el Schinus molle y Schinus areira. También se le llama árbol de la pimienta o Gualeguay. Es del noreste de nuestro país, vienen procedentes de la selva de Bolivia, Paraguay, Brasil y hasta el Perú”.  

En cuanto a tamaño destacó que pueden llegar a 25 metros de altura y 16 metros de diámetro en la copa. “El follaje es perenne y de hoja compuesta, muchos lo confunden con los sauces. Su tronco es muy rugoso en cuanto a textura y así se puede diferenciar rápido”.  

Un detalle diferente con respecto a otros que se pueden ver es su copa. Lamentablemente una poda no del todo acertada le afectó su esplendor original.  

“La copa es más angosta porque hace alrededor de 10 años fue podado drásticamente. Sus ramas llegaban casi a la mitad de la calle y era mucho más grande”, dijo Villarreal. Sobre ello agregó que “los árboles nacen para crecer en lugares determinados, en el lugar correcto no deberían ser podados”.  

Detalle 

Este árbol era muy valorado por los nativos del Imperio Inca en nuestro continente, se dice que tiene propiedades medicinales y también es bueno contra los mosquitos.  

“Las hojas del aguaribay protegen de los mosquitos, en el Perú especialmente la gente que trabajaba en el campo se hacían coronas con las ramas para protegerse y espantar los moquitos y se dice que tiene propiedades curativas”, señaló el experto.  

Dedicatoria 

Silvina Ocampo, en su libro Arboles de Buenos Aires, dedicó palabras hermosas para un árbol de igual belleza.  

“Cae del aguaribay una lluvia, 

gris y celeste apenas verde, 

cuando no llueve. Es el follaje. 

¡Lánguido follaje! Que si se prueba 

hoja por hoja es picante. 

¡Hermano del sauce criollo! 

Dicen que fue árbol sagrado de los Incas 

o lo llaman Bálsamo, Terebinto, Gualeguay. 

Puntillas de sus hojas teje el cielo 

tenues en el poniente. 

Hay que acercarse al tronco y tocarlo 

para confirmar que es el árbol que buscamos 

y no la aparición de ese árbol. 

Entonces en la sombra más transparente que otras 

nos detenemos 

envueltos en la luz tamizada de espejos. 

Un solo aguaribay no es hermoso como varios. 

Varios se acercan en la aurora, se alejan en la noche. 

Violetas van poniéndose 

Como nueves o pechos de palomas 

que arrullan con anilladas plumas. 

Varios no valen lo que vale uno solo; 

uno solo penetra en las nubes de la tarde 

siembra en el sol de enero 

Su gusto a pimienta. 

Cortina da al mendigo, 

que cocina su carne. 

Cortina da al amante, 

en postura de acróbata. 

Cortina umbrosa da al que sabe gritar 

gol con voz de tigre. 

y el que se echa a dormir con el pelo revuelto. 

Un solo aguaribay no se da como varios. 

Un solo aguaribay es nuestro. 

Varios son más nuestros. Serán casi nosotros.”